Abducción infantil

Esos padres que mantienen a los niños abducidos con sendos móviles, calladitos y a lo suyo, inexistentes

04 de junio 2024 - 00:00

Están por todas partes. Los ves en restaurantes, autobuses o salas de espera. Con toda la naturalidad del mundo con que esos padres mantienen a los niños abducidos con sendos móviles, calladitos y a lo suyo, inexistentes que es como ahora se quiere a los niños so pena de ser reemplazados por mascotas.

Cada crío a lo suyo, absorto con su pantallita coloreada hasta el infinito mientras los adultos engullen, vociferan o miran el plasma de la sala. O simplemente callan. Eso debe ser la normalidad, pienso a veces, por lo extendido de la escena. Pero luego, a poco que le des una pensada, te explicas que nazcan músicas como el reguetón o programas de la tele como La Isla de las tentaciones. Nos merecemos esos detritus culturales o del entretenimiento. Las mentes primero se abonan, luego se pone la semillita y pasado un tiempo igual hasta te votan a candidatos de la órbita de Trump. Tiene toda la lógica. Causa-efecto. Lo normal.

Hubo un tiempo en que estas cosas me crispaban y hasta me rebelaban. Pero creo que voy camino de la edad de la aceptación y la gratitud aún sin practicar el yoga. Mi kundalini empieza a ahorrarse berrinches y procura no sentir tanta impotencia por una infancia en manos de semejantes desaprensivos. Padres agotados, justitos de fuerzas para llegar a cumplir y cobrar, sin ganas de cansarse aún más en educar. Madres ‘empoderdándonse’ tanto que viven la crianza como una merma de derechos. Y en tanto ese niño ahí sólo frente al video idiotizante. Namasté.

Descartado el darse cuenta o formarse a conciencia como padres sólo queda obligar por ley. Ya se preparan retiradas y alejamientos terapéuticos de móvil para los críos. Tarde llegan. Tenemos ya una o dos generaciones enteras que lejos de fumar porros o beber como cosacos (socializaban y hasta salían de casa, ojo) prefieren la adicción de la pantalla más cómoda y menos arriesgada. Y el camello fue papá. O mamá que no quería ser menos y con móvil de mejor marca. Ovación.

La perfección del sistema es que nadie tiene que ponerte una pistola en la sien para que hagas lo que han previsto que debes hacer. Sin violencia ni mandato alguno uno mismo ‘elige’ lo que estaba más que previsto que decida por alguien en algún despacho.

De ahí el desánimo de ver a un niño con su Iphone, ese que a todos nos pidieron nuestros hijos, claro, pero ni teníamos las ganas ni el dinero ni el cuajo de dejarles con la cara de aquel crío que no levantó la mirada ni siquiera un instante liberador para responderme al saludo.

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