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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
La tribuna
LOS días 6 y 7 de noviembre se celebrarán en la Universidad de Granada las XVIII Jornadas Bibliotecarias de Andalucía, edición que sentimos especial por ser nuestra facultad "alma mater" de muchos de los asistentes. Un amplio colectivo profesional y académico andaluz, español e internacional nos reuniremos para hablar y reflexionar sobre lectura pública, sobre bibliotecas, su evolución futura, etc., además de algunas cuestiones estrictamente profesionales o de formación. Vale la pena hacer una reflexión respecto a las cuestiones principales a las que deberíamos responder.
En primer lugar, debemos indagar a qué se debe que la lectura pública en Andalucía tenga tasas de las más bajas de España, y por supuesto de Europa. Mientras en Andalucía se lee medio documento por habitante y año, en el conjunto de España la tasa llega al doble, superada a su vez ampliamente en los países europeos más desarrollados. Se ha progresado mucho en la oferta pública en las últimas décadas, pero a un ritmo que no parece suficiente para ponernos al nivel español, y mucho menos al europeo. Con estas tasas de lectura es difícil pensar que en Andalucía vayamos a construir una sociedad de la información y del conocimiento. En este sentido, y junto a nuestra rectora, nos gustaría contar para la inauguración de las Jornadas con la Consejera de Cultura, para que expusiera las grandes líneas y proyectos que se plantea su Consejería respecto a la lectura pública en Andalucía.
Creemos que para avanzar no es suficiente un aumento puramente cuantitativo de bibliotecas públicas o de fondos; en una sociedad de internet y redes sociales, de personas tan "conectadas" como pasivas y solitarias, debemos atraer a los usuarios, especialmente a los jóvenes, profundizando el desarrollo de un nuevo modelo de biblioteca pública que ya se ve en la práctica en nuestro ámbito y mucho más en las sociedades culturalmente avanzadas, y que pone el acento en las personas y la comunidad tanto o más que en la información. En una sociedad con abundancia de información, a menudo puntual y deshilachada, la biblioteca tiene sentido si pasa del paradigma informativo al paradigma social. La biblioteca pública debe jugar un papel entre las entidades que buscan una mejor calidad de vida para sus usuarios y la comunidad en que se inserta.
Para desarrollar este componente de la biblioteca como espacio social es fundamental saber qué desean los usuarios. Tenemos que tener un conocimiento en profundidad de la comunidad a la que servimos.
El nuevo modelo de biblioteca pública está muy relacionado con sus espacios. Superado el concepto de "almacén", la idea es tender a lo que Ray Oldenburg llamó "tercer lugar", un espacio que no es ni tu casa (primer lugar, sitio privado y agradable), ni un segundo lugar (el espacio del trabajo, sitio formal y jerárquico). Estos terceros lugares, como plaza, cafés, parques, peluquerías, etc. son sitios de encuentro para la comunidad, de socialización, donde se dan relaciones de igualdad, y son espacios que mejoran la calidad de vida de los ciudadanos. Una ciudad tendrá calidad de vida en función de los terceros espacios que sepa generar, y hay excelentes ejemplos de lo que una biblioteca pública puede hacer en este sentido.
Como única universidad andaluza que oferta el Grado en Información y Documentación, nos planteamos cual debe ser la formación de los futuros graduados, pues la velocidad de obsolescencia del conocimiento tecnológico es muy grande, y las necesidades futuras poco imaginables. La enseñanza debe ser cada vez menos unitaria, más polivalente, personalizada y con prácticas de autoprendizaje. No se tratará tanto de aprender una serie de contenidos como de conseguir un egresado con pensamiento crítico y capaz de analizar y resolver los problemas reales. No sólo se requerirá conocimiento, tan importante como éste será la adaptabilidad y la creatividad. Por otro lado, nuestras titulaciones no tienen todavía el suficiente reconocimiento oficial y ello es un serio problema para atraer y consolidar profesionales de calidad.
Nos dejamos otros temas en el tintero, pero con los expuestos nos podemos hacer una idea de lo que los bibliotecarios y documentalistas vamos a debatir en estas Jornadas: cómo conseguir que nuestra profesión continúe colaborando a una sociedad más democrática y capacitada, con una mejor calidad de vida. Sobre estos temas queremos seguir avanzando para, como en la cita machadiana de nuestra rectora, Pilar Aranda, en su toma de posesión, hacer que esté bien lo que está mal, y mejor lo que ya esté bien.
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