Érase una vez
Agustín Martínez
Masoquismo andaluz
El acento
Ha sido Manuel Vicent quien popularizó el episodio que narra que en la puerta del retrete de un bar de carretera, alguien había escrito: "Dios ha muerto. Firmado: Nietzsche". Debajo de este aforismo otro usuario había añadido: "Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios". Ante este par de sentencias inexorables Woody Allen comentó: "Dios ha muerto, Nietzsche ha muerto y yo no me encuentro muy bien de salud". Una bonita forma, comenta Vicent, de bajarle los humos al superhombre. Aunque, claro, puestos a eso, ahí tenemos al terrorífico Lovecraft cuando asegura que los dioses crearon a los humanos "by joke (por broma) o by mistake" (por equivocación), que así los hicieron y ya no tiene remedio.
Probablemente sea verdad todo esto pero lo significativo es que, a día de hoy, no existe narrador ni discurso capaz de darle al hombre en el poliuniverso un relato unitario de su vida, una manera de interpretar qué pintamos por la tierra y por la vida. Justo cuando parece que estamos a punto de dar el salto a lo poshumano, lo más seguro desapareciendo en el antropoceno, o puede que por eso mismo, nos hemos quedado sin explicación y sin explicaciones. Nos hemos hecho pobres, asegura José Jiménez en La vida como azar. Abocados a un crecimiento siempre y siempre obsesivo en todo lo que somos y manejamos, en un agobio permanente del tiempo, en el que hoy ha de ser de todas maneras más (mucho más, infinitamente más que ayer), solo nos vale correr y correr, aunque como en el ejemplo de Alicia, sea para mantenerse en el mismo sitio. Ya se sabe: si el depredador corre cada vez más, la presa, para mantener el equilibrio actual, tendrá que hacerlo también.
En unos días estos dos personajes públicos han sido requeridos por la vida de una manera altisonante y en un bucle los ha emparejado aunque dándoles después una salida muy diferente. Cuando Sancho comprueba cómo el bálsamo de Fierabrás ha sido verdaderamente eficaz y definitivo en don Quijote y decide probarlo, los resultados son para él un desastre, casi siente morirse, lo contrario de lo que esperaba. Al final la duda existencial de sentido proviene de si es la vida puro y absoluto como azar (imprescindible, por ejemplo, en qué lugar y contexto se hallaba cada uno en el momento de la llamada) o si, como asegura don Quijote, de lo que se trata es de no haber sido armado caballero andante ni jurado las leyes que rigen la corporación.
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