04 de junio 2024 - 00:00

Se acabó el Corpus, un Corpus histórico en participación, que, aunque cada año recupera tradiciones perdidas, necesita redefinirse mejor para recobrar completamente su idiosincrasia granadina.

En la parte religiosa, el arzobispado ha confirmado la recuperación de los seises para el año que viene, y las arquitecturas efímeras que exponen las cofradías son cada vez más espléndidas. El resto de celebraciones respetan la tradición religiosa de más de cinco siglos. Aunque a muchos granadinos nos gustaría que se recuperara la antigua ornamentación de la plaza de Bib-Rambla, con arcos triunfales en sus entradas, fachadas engalanadas con tapices, colgaduras y espejos, y el altar monumental que la presidía, en el que el Santísimo hacía una parada oficial durante la procesión.

En la parte profana, como siempre, los granadinos criticaremos el traje de turno de la Tarasca, y este año no es una excepción.

Es, sin embargo, a la parte festiva del Corpus a la que más objeciones se le llevan haciendo desde hace 42 años. Antaño sólo existían unas cuantas casetas en hilera en el paseo del Salón, y columpios y demás atracciones de feria en el Violón. Había bailes regionales y orquestas en la caseta municipal, y banderolas de papel e iluminación con guirnaldas de colores en las calles del centro. Además, los toros y el circo –menos mal que ahora sólo puede ofrecer espectáculos humanos, porque la Ley de Bienestar Animal prohíbe que empleen animales salvajes–.

Pero en 1982 se produjo la sevillanización-andalucización de la fiesta granadina, trasladándose las casetas y atracciones del Corpus desde el Paseo del Salón a un descampado de Almanjáyar, provocando una intensa polémica que todavía continúa. La controvertida decisión tuvo nombre propio: César Valdeolmillos, madrileño en Granada, que, siendo concejal de UCD con el socialista Jara de alcalde, tomó la discutible decisión –que dura ya más de cuatro décadas– tras irse con un equipo municipal a ver la feria de Sevilla.

Y es que, tras el referéndum fake del 28-F de 1980 y el Estatuto andaluz de 1981, el PSOE decidió que había que sevillanizar Andalucía, y esa euforia sevillano-andaluza provocó también el traslado del modelo de feria sevillano a toda Andalucía.

Porque el adoctrinamiento en lo sevillano-andaluz engloba también a la diversión como estrategia colonizadora. Porque ser sevillano-andaluz, es bailar sevillanas en casetas, vestidos de faralaes y de corto y beber fino. Y aunque la feria de Sevilla sea una fiesta espléndida, es otra variante más de la cultura sevillano-andaluza que nos llevan imponiendo desde la Junta andaluza durante +43 años.

Otro Corpus más granadino es posible, mientras… estaremos ante otro Corpus más…

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