Desbordar el agua

Son tiempos muy complejos los que estamos viviendo porque se puede decir que afrontamos un cambio civilizatorio que está trastocando los cimientos del modelo que hemos vivido en Europa y resto de occidente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Hace dos días, se celebró el 80 aniversario del Desembarco de Normandía que supuso el inicio del fin de aquella Guerra y el principio de un periodo en el que la democracia y el bienestar se fueron conquistando paso a paso en el conjunto de Europa.

Los actuales líderes de Estados Unidos, Francia o Alemania han alertado en los actos de este 80 aniversario sobre el riesgo de sufrir un deterioro serio de nuestras democracias, así como la necesidad de acabar con la invasión rusa de Ucrania y de evitar la potencial extensión del conflicto a otros países de la Unión Europea.

En este contexto, las elecciones de mañana al Parlamento Europeo suponen el inicio de un nuevo periodo en el que están en juego elementos esenciales de la construcción de Europa, cuyo futuro requiere el fortalecimiento de la democracia.

Pero, al contrario de lo que necesitamos, el eventual auge de las opciones de extrema derecha así como el deslizamiento hacia posiciones extremas por parte de la derecha representada por el Partido Popular europeo, ofrecen un panorama preocupante para la democracia y la justicia social, base de la convivencia social.

La campaña electoral ha mostrado la falta de interés de la derecha política por los asuntos europeos y la ausencia de propuestas para los desafíos colectivos que hemos de afrontar en Europa. Centrar todo en asuntos forzados que apuntan solo a la figura del Presidente resulta una estrategia equivocada, obvia los asuntos europeos y degrada el clima político.

Y todo ello contribuye a erosionar a las instituciones y a la democracia; el deterioro actual de la democracia tiene, entre sus causas, esta estrategia del Partido Popular que parece desconocer que cuando el agua se desborda, se desborda sin retorno.