Érase una vez
Agustín Martínez
Masoquismo andaluz
El que apaga la luz
CUANDO Hugo Chávez no renovó la concesión a la RCTV una manifestante opositora clamaba: "Los Gobiernos cambian, pero los canales de televisión perduran", es decir, una empresa de comunicación tiene mayor legitimidad que un gobierno electo. Esta perversión ideológica es una constante del presente: la ciudadanía lee la prensa o ve los telediarios y se cree informada de la actualidad, pero sólo accede a esa simulación distorsionada de la realidad que conforma la opinión pública. Escribe Ignacio Ramonet: "La televisión ha impuesto su discurso. Asistimos en directo a los acontecimientos bajo el lema ver es comprender. Pero aunque veamos al Sol salir, es la Tierra la que se mueve. La razón y el razonamiento son los que hacen comprender, no los ojos".
Lean Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo de Pascual Serrano; es la prueba del algodón de la intoxicación. Propone hábitos de lectura ante la información para promover una ciudadanía que desconfía, se busca la vida y es menos permeable a la manipulación. Serrano analiza acontecimientos recientes y su relectura desfigurada en los medios de masas al servicio de... ¿qué intereses? Noam Chomsky da pistas: "En una democracia existe el peligro de que el rebaño tome la iniciativa y abandone su papel de mero espectador. Para evitarlo son necesarias estrategias de propaganda englobadas en la 'ingeniería del consenso'. Si la gente se organiza para participar, no se habla de un comportamiento democrático, sino de una crisis de la democracia". ¿Les suena Honduras?
Hay supuesta unanimidad en la condena al golpe de estado contra Mel Zelaya pero en medios inequívocamente demócratas esa reprobación queda muy matizada. Un editorial de El País comienza por "la condena ha de ser inequívoca y se debe exigir el inmediato regreso del presidente" pero continúa: "lo cierto es que el presidente o los militares, unos u otros, iban inevitablemente a violar la legalidad. Zelaya, con una consulta no prevista por la Constitución, y a la que se habían opuesto el Congreso, la autoridad electoral y el Supremo". Luego Zelaya se lo buscó, se condena la acción militar pero se avala a los protagonistas civiles de la asonada. Venden rigor pero mienten hasta sobre sí mismos. El citado editorial alude al golpe de estado de 2002 contra Chávez: "la condena era general en América y Europa". De ser cierto El País debió ser la excepción, pues el 13 de abril de 2002 editorializaba: "Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez del poder en Venezuela. La situación había alcanzado tal deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón. El ejército, espoleado por la calle, ha puesto fin al sueño de (...) un autócrata peligroso para su país y el resto del mundo". El diario entonces dirigido por Jesús Ceberio apoyó el golpismo. Desconfíen siempre.
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