La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
La Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) ha generado desde 1985 numerosas relaciones estratégicas con la Universidad de Granada, la OMS (que la reconoce como centro colaborador para la atención primaria de salud), la OPS, el Banco Mundial y numerosos gobiernos de otros países y en España, gracias a su prestigio y a su naturaleza de empresa pública de la Junta que le permite concurrir a licitaciones de proyectos que otras fórmulas no habilitan.
Su excelencia es reconocida en numerosos escenarios académicos por un trabajo bien hecho gracias a una plantilla de profesionales altamente cualificada, junto a su capacidad de atraer a otros profesionales y organizaciones de prestigio, ofreciendo así desde Andalucía valor a la salud nacional e internacional.
El enfoque de trabajo fundacional de la EASP desde la salud pública y la gestión de servicios sanitarios no es sustituible por otra nueva organización en la forma que se plantea en la proposición de ley del PP-A para la creación de un nuevo Instituto Andaluz de Salud, ya que no aparece en los nuevos objetivos fundacionales, ni hay una estrategia académica global hacia la formación, la investigación, la consultoría o la cooperación al desarrollo; todo esto desparece al establecer la extinción de la EASP y de su marco jurídico.
La salud pública conceptualiza sus acciones en el análisis de los determinantes sociales que condicionan la salud de las personas y de las poblaciones y, a partir de ahí, plantea concretar acciones y políticas públicas sobre las desigualdades, la salud laboral, el medio ambiente, el género, la seguridad alimentaria, la salud familiar, la salud internacional o el trabajo con los pacientes. Cuestiones en las que la EASP ha sido y es un centro de referencia.
Junto a esto, la formación, la investigación, la consultoría y la cooperación internacional en materia de salud pública y gestión de los servicios de salud ha sido el complemento ideal y bien ejecutado para una experiencia de éxito que ha permitido en estos 35 años la formación de miles y miles de profesionales sanitarios de todo tipo.
A Granada, la EASP le ha aportado prestigio global y una relevante inyección a la economía local. Aún sabiendo que toda gestión es mejorable, fusionar a la EASP en una nueva organización con sede en Sevilla, con orientación conceptual y académica más limitada, con funciones diferentes y que plantea explícitamente su extinción y disolución, (¿adios al convenio con la OMS?), arroja pocas dudas de que este no es el mejor camino. Cabe dialogar y rectificar.
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