El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
la esquina
HA aumentado un 4,2% el número de seminaristas durante este curso 2011-2012. En números absolutos sólo suponen 51 nuevos aspirantes al sacerdocio católico. Hace varios años que sube la cifra, pero partiendo de bases muy modestas.
En la Conferencia Episcopal han decidido modernizarse para hacerle más atractivo el sacerdocio a la juventud de una sociedad bastante secularizada. Este aggiornamento, sin embargo, no afecta a las condiciones para ser cura en el mundo de hoy, sino a las técnicas para lograr que cuajen las vocaciones religiosas. No es actualización de las funciones sacerdotales, sino renovación de los mensajes de captación. Técnicas de marketing en vez de mejora del producto.
Los obispos se han orientado. La crisis no ha hecho más que intensificar entre los jóvenes españoles el tradicional anhelo de convertirse en funcionarios o empleados públicos y, conectando de manera directa con esta tendencia, la Conferencia Episcopal ha mandado colgar en las redes sociales un vídeo promocional a cuenta del Día del Seminario (el 19 de marzo, también Día del Padre en según que comunidades autónomas y en todos los grandes comercios). Te prometo una vida apasionante es el título del vídeo, de dos minutos y medio, en el que nueve sacerdotes en activo de distintas edades explican las ventajas de meterse a cura.
"No te prometo un gran sueldo, te prometo un trabajo fijo" dice un joven sacerdote a los jóvenes a los que se dirige. Aunque los mensajes dejan claro que los futuros curas deben prepararse para ser incomprendidos y que la riqueza que les aguarda es solamente una riqueza espiritual, la primera tecla que se toca es la del carácter fijo del trabajo. Es la oportunidad de convertirse en funcionarios (de almas). Quien entre en el seminario ya sabe que, tras los años de formación, se pondrá a trabajar de inmediato, sin contratos precarios ni becariados que nunca terminan. Tampoco sufrirá las restricciones de la reforma laboral de Rajoy. Su despido es poco probable, salvo que él mismo pida la baja por falta de vocación sobrevenida. La paga es baja -entre 800 y 1.200 euros según la diócesis a la que se le adscriba-, pero a cambio disfrutará de vivienda gratis. Por el contrario, las horas extras carecen de límites y no se cobran aparte. Tampoco la carrera profesional está garantizada. Pueden acabar de párrocos, casi como empezaron, y los ascensos dependen de unos jefes cuya política de personal es opaca.
Que me perdonen los seminaristas actuales y los que lo sean gracias a esta campaña, que gozan de mi respeto y admiración, pero este vídeo no se distingue en el fondo de los que sacan para reclutar legionarios.
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