José Luis Delgado Granada

Granada y Juan Ramón Jiménez

ayer y hoy

Se cumple el centenario de la publicación de 'Platero y yo' y el 90 aniversario de la visita de Juan Ramón Jiménez a Granada No sé en qué curso estudian los jóvenes la obra del poeta

01 de septiembre 2014 - 01:00

Seguro que habrá más de uno de nuestros sacrificados profesores que habrá leído en clase con sus alumnos adolescentes aquellos primeros renglones de la más conocida obra del onubense Juan Ramón Jiménez, aquellos que dicen "Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón…".

Estoy pensando por ejemplo en los profesores del Colegio Llanos de Monachil y en su bonita experiencia de lecturas poéticas con la curiosa colaboración de la reserva de asnos Las Bellotas de la mano de su esforzado dueño Rafael Fuentes que tantas veces ha pedido ayuda para esos burros que parecen desaparecer mientras aparecen por docenas y en todas partes burros de dos patas y no tan cándidos como Platero.

El conocimiento de la obra de Juan Ramón Jiménez no debiera quedar reducido a la buena voluntad de un escaso profesorado escolar ni a los herméticos coloquios de unos académicos estudiosos que ya se lo saben todo sobre este tema.

La obra Platero y yo fue publicada en 1914; se cumple ahora el primer centenario. Pero no sé cuantos granadinos no universitarios saben que Juan Ramón Jiménez visitó Granada hace 90 años, en 1924, acompañado de su esposa Zenobia Camprubí y se quedó tan prendado de la ciudad que, según escribió, "Granada me ha cogido el corazón".

El poeta de Moguer vivió en la Gran Vía, se hospedó en el Gran Hotel París cerca de la Catedral; paseó por Plaza Nueva y llegó hasta el hoy llamado Hotel Ladrón de agua; tuvo como anfitriones a Manuel de Falla y a García Lorca, a cuya hermana Isabel, a la que llamaba "hadilla del Generalife", dedicó el conocido poema titulado Generalife; aquel que entre sus versos dice: "…¡Locura de canto y llanto/de las almas, de las lágrimas!/Entre las cuatro paredes/penan las llamas, las aguas…". El poema fue incluido en su obra titulada Olvidos de Granada, publicada en Puerto Rico en el año 1960.

Dicen los que saben de esto que Juan Ramón es uno de los poetas que más se identifica con el agua y los jardines; no era extraño que le encantara Granada y el Generalife; y debió quedar extasiado al pasear junto al Darro con el agua abajo y la Alhambra arriba.

Fue a morir rodeado de agua, a la preciosa isla de Puerto Rico; corría el mes de mayo, el mes de las flores, de 1958. Poco antes escribió aquello de "…y yo me iré, y se quedarán los pájaros cantando/y se quedará mi huerto con su verde árbol y su pozo blanco…". De nuevo presentes los elementos del huerto, el árbol, el agua del pozo.

Con el mismo nombre que la obra de Juan Ramón, Olvidos de Granada, publicaba la Diputación una interesante revista cultural en 1984 con prestigiosos colaboradores cuya efímera vida la dejó desgraciadamente en el olvido hasta la reaparición en digital olvidos.es.

También a Granada, pero de otra variedad dulce y comestible, dedicó Juan Ramón Jiménez el capítulo XCVI de Platero y yo; el titulado La granada.

Es ese que empieza "¡Qué hermosa esta granada Platero! Me la ha mandado Aguedilla, escogida de su arroyo de las Monjas. Ninguna fruta me hace pensar como esta…". Cuando más adelante Juan Ramón escribió esto "Tengo que llenarme de Granada hasta la boca" no estaba pensando en la granada fruta.

No debiera olvidar Granada a estos ilustres embajadores que visitaron nuestra tierra, se quedaron prendados, la inmortalizaron en sus versos y prometieron volver todos los otoños.

Esto dejó escrito el insigne poeta Premio Nobel: "Luego iremos todos los otoños a Granada a morirnos un poco…".

Aquí te esperamos, Juan Ramón… no quedarán tus versos en el tintero, y si vienes con Zenobia y con Platero prometo que os cuidaremos, de enero a diciembre y de diciembre a enero.

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