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Mirada alrededor
Leo en este periódico la noticia del estudio de científicos internacionales –entre los que se encuentra el investigador de la UGR Rodríguez Tovar–, según el cual Granada era una isla hace 8 millones de años. Supongo que será una frivolidad decir que, pese a los cataclismos que se produjeron en los océanos y mares, uniendo y separando estructuras, la Granada actual sigue siendo una isla, entendiendo como tal el aislamiento que los diversos centralismos y sus locales ‘autoridades enanas’ la han situado demasiado tiempo, a tal extremo de que pocas cosas importantes han podido prosperar.
El pasado domingo, Susana Vallejo nos informaba en estas páginas del carpetazo definitivo dado al centro de artes escénicas –que promovió la Academia de Bellas Artes, dirigida por García Román, e incluso con un proyecto aprobado del arquitecto japonés Kengo Kuman–, tras veinte años esperando que la Junta de Andalucía abordara este gran espacio que necesitaba Granada, sede, además, de un Festival Internacional de Música y Danza. Málaga llevará a cabo un proyecto similar por el empuje de sus autoridades locales, que tantas cosas importantes en el terreno cultural, han conseguido.
Recuerda la autora de la información que el asunto acabó considerándose inasumible y el solar ha sido destinado para la ciudad de la Justicia. Es solo un ejemplo de la multitud de asuntos arrojados a la papelera. No comprenderé nunca que en Granada no se pueda hacer algo que represente nuestra época. Si pudo hacerse, en su momento, la Alhambra, la catedral e infinidad de monumentos excepcionales, ¿por qué ha sido imposible en estos tiempos un gran espacio escénico o teatro de la ópera, por ejemplo? ¿Por qué se descartó incluso la estación proyectada por el arquitecto Moneo y se prefirió mantener un apeadero propio de un pueblecillo de película del Oeste? ¿Se está trabajando en lo qué va a hacerse para competir en la capitalidad europea de la Cultura en 2031?
García Román, en Ideal, y Pilar Bensusan en Granada Hoy, nos han recordado infinidad de proyectos frustrados. Lo que es imposible en Granada, es posible en Málaga, Sevilla, Valencia e infinidad de ciudades que han mirado al presente y al futuro con una ambición aquí ignorada. Culpa de los centralismos, sí, pero también de nuestras ‘autoridades enanas’ a las que se refería el olvidado Ganivet. Y también, por qué no decirlo, al denunciado conformismo ciudadano.
Por eso, digo –con permiso de los científicos–, que Granada, 8 millones de años después, sigue siendo una isla.
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