Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
En septiembre del año pasado, Granada sufrió uno de esos pavorosos incendios forestales que se recuerdan durante decenios. El fuego quemó 5.200 hectáreas en Los Guájares y Pinos del Valle. Al transitar por la ?autovía de Motril se ve la huella del desastre. Pues bien, el pasado jueves, 1 de junio, el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía publicaba la concesión de autorización administrativa para la instalación de un parque eólico en los términos municipales de El Pinar, Los Guájares y Vélez de Benaudalla. En definitiva, en los terrenos asolados por el incendio se va a levantar un parque eólico. A mi juicio, es una barbaridad que, como tantas otras de la Junta de Andalucía, pasará prácticamente desapercibida. Ese parque eólico estaba proyectado antes del incendio, con una fuerte oposición por parte de movimientos ecologistas. Sin embargo, el hecho de producirse el incendio debería ser razón suficiente para paralizar el proyecto, no para acelerarlo. La superficie quemada debe ser recuperada y sólo cuando se haya conseguido su regeneración debería reanudarse el debate sobre su utilización para otros usos. Sin embargo, no se hará así. Apenas unos meses después del incendio, se va a construir un parque eólico en los terrenos calcinados.
La Ley de Montes limita el cambio de uso forestal por razón de un incendio, salvo en circunstancias muy excepcionales, y acota las actividades incompatibles con su regeneración. Eso no significa que se quemen los montes para cambiar su uso. Se trata de aplicar el principio de precaución. Si alguien tiene la tentación de provocar un incendio con ese objetivo debe tener claro que la ley se lo va a impedir. Atendiendo a esa filosofía, allí donde se ha producido un incendio no se debería poder construir un parque eólico o solar hasta que se culmine la recuperación de los terrenos incendiados.
La producción de energía a través de estos parques es fundamental para la transición ecológica en España. En pocos años, podremos autoabastecernos con energías limpias e inagotables. Por tanto, la importancia de la producción de energías renovables está fuera de discusión. Sin embargo, no podemos permitir que estas instalaciones de producción de energía se ubiquen donde decidan unilateralmente las grandes multinacionales del sector, guiadas únicamente por la obtención del máximo beneficio económico, sin la participación de los territorios y sin imponer ningún límite. Un límite evidente debería ser el referido en estas líneas: no instalarse en terrenos que acaban de sufrir un incendio, como ha autorizado la Junta de Andalucía en Los Guájares.
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