La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
La colmena
La actividad de Heras-Casado en Twitter, Facebook e Instagram es frenética. Poco importa si lo actualiza personalmente o recurre a los nuevos negros de las redes sociales. Da fe de lo intensa que es su carrera artística y su vida personal. En inglés, francés, italiano o español. Sus actuaciones por los principales templos de la música clásica, al frente de las formaciones más cotizadas, se intercalan con estrenos y grabaciones discográficas. No hay ni una sola alusión a que deja la dirección del Festival de Música y Danza. Ni siquiera ha modificado su perfil en estos dos años que ha estado al frente del acontecimiento cultural más importante de Granada para destacarlo como un hito en su trayectoria. Tal vez no lo sea.
Hay que bucear hasta 2017 para encontrar algunas alusiones y fotografías de su fugaz paso por su tierra natal. Cuando celebraba su nombramiento como Hijo Predilecto por la Diputación y su designación como director del Festival como una apuesta internacional y de prestigio que debía contribuir a dar un salto estratégico en gestión y proyección de cara a la preparación de fechas clave para Granada como la 70 edición, el centenario del Concurso del Cante Jondo de 2022 y hasta la Capitalidad Cultural del 2031. Se cerraba la etapa de Diego Martínez y el fichaje de un director estrella como Heras-Casado se presentaba casi como un experimento tras las ediciones estables, de consolidación y de reinvención que habían protagonizado Enrique Gámez o Alfredo Aracil. Un experimento frustrado.
Ni siquiera en su web personal hace mención al Festival de Granada. Sólo la aséptica Wikipedia recoge que es director desde 2017 sin incorporar aún el anuncio de su marcha. Del proyecto interruptus por "razones estrictamente personales" que comunicó en una fría carta que casi llega de rebote al Consejo Rector. No ha querido atender a los medios, no se ha dirigido a su equipo -¿nunca lo fue?- y no ha contestado los mensajes directos que personalidades destacadas de la ciudad le han dirigido mostrando la perplejidad de su abandono y hasta preocupados por si sufría algún problema de salud… Hay que saber llegar -dos años de gestión en los que apenas se le ha visto por la sede del Festival y menos aún por la ciudad más allá de los momentos obligados del cargo- pero más importante aún es saber irse. En su caso parece no importar ni lo uno ni lo otro.
El problema de la falta de información es la tendencia (innata) que tenemos todos a suplirla con especulaciones. Cualquier empresa sabe que una crisis se apaga con trasparencia, no escondiéndose. En el caso de Heras-Casado, dos ideas se han extendido en los corrillos tanto de Granada como de Sevilla: que tiene una oferta -"del Teatro Real para arriba"- incompatible con la dirección del Festival y que lo sabremos cualquier día de estos cuando lo filtre a modo de exclusiva a algún medio amigo nacional. ¿Lo veremos al frente de la Orquesta de París?
Sobre el relevo, el próximo día 18 volverá a reunirse el Consejo Rector con la idea de consensuar un nombre que cierre la desconcertante etapa del ilustre director de orquesta granadino y pivote una nueva etapa de continuidad, renovación o transición. A la espera de lo que se decida, ya hay candidatos que se han quemado de forma precipitada situándose justo en lo menos deseable: ser el aspirante de tal partido o institución. Si lo pensamos bien, Heras-Casado no se aleja demasiado de la ola de fugas que se están produciendo en la Junta, especialmente en el bando de Cs, desde que hace justo un año se produjo el cambio de Gobierno: no son tiempos de compromisos, de heroísmos ni de responsabilidad. El servicio público es duro, está mal pagado y limita el desarrollo para profesionales que (lo sean o no) se sienten por encima del bien y del mal...
No son fichajes estrella lo que necesita el Festival sino estabilidad para afrontar los acontecimientos históricos de las próximas ediciones, un refuerzo de patrocinios que le permitan crecer más allá del esfuerzo público, un paso en firme para estrenar la sede en San Matías y un director con talento, con contactos y con visión. Hacia fuera y hacia dentro. Un director que de verdad se lo crea.
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