La esquina
José Aguilar
Un fiscal bajo sospecha
El presidente de Argentina sostiene que la justicia social es injusta y hay que acabar con las políticas que propugnan y desarrollan los Estados de Bienestar basados en la justicia social. Atenta así contra los fundamentos de la democracia que en Europa han permitido el desarrollo de políticas públicas que protegen a la ciudadanía en las situaciones de necesidad (caso de pensiones, sanidad o servicios sociales) o generando herramientas para el progreso personal y social (caso de la educación pública en todas sus dimensiones). Las necesidades de la gente tienen así una especie de equipo que juega a su favor.
La justicia social aplicada en Europa tras el fin de la Segunda Guerra Mundial ha permitido vivir un periodo de bienestar y de paz cuyo fundamento ha sido el acuerdo entre los liberales y la socialdemocracia. Se puede decir que es la base fundacional de la Unión Europea y de la democracia. Cuestionar la justicia social de la forma que lo hacen Milei y sus socios (en España, claramente Vox) es poner en riesgo la paz social y la convivencia que han caracterizado a Europa durante cerca de 80 años.
No obstante, el Estado de Bienestar necesita reformas que permitan hacer frente al desafío del envejecimiento (más aún ante los cambios en el sistema productivo causados por las nuevas tecnologías), al tiempo que caben reformas en los sistemas fiscales que generan los recursos necesarios para su sostenibilidad; sistemas fiscales que deben reformularse para ser más equitativos y para evitar al máximo el fraude que pueda existir en cada país de la Unión Europea.
Creo que esto debe hacerse en clave europea, es imprescindible reclamar al Partido Popular Europeo y a la socialdemocracia europea que sean capaces de trabajar juntos en políticas que generen una justicia social acorde con los nuevos tiempos pero basada en los viejos principios, al tiempo que políticas que fortalezcan la democracia. Para eso, estar unidos a la extrema derecha “menos mala” como aventuran Feijóo en España o Úrsula von der Leyen en Europa, sería un gran error desde mi punto de vista.
Y son estos asuntos los que están en juego en este instante decisivo que se nos presenta en las próximas elecciones europeas; tengo poca esperanza de que la derecha española y europea sean capaces de estar a la altura de lo que se necesita. La opción, para no retroceder ni un milímetro, está clara: más socialdemocracia.
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