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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
El balcón
Revista, bar, canción, Madrid me mata define la movida madrileña de los 80. Ahora, con su presidenta regional convertida en una estrella pop, Madrid nos mata a distancia. Uno de los últimos éxitos del repertorio de Ayuso es la fiscalidad, con la ayuda del Gobierno. Un pacto de la coalición progresista con Esquerra para limitar la bajada de impuestos en las regiones de régimen común ha intensificado el foco sobre Díaz Ayuso, para regocijo de la interesada que le ha faltado tiempo para irse de gira a Barcelona.
Casado, a remolque del auge de su patrocinada, ha anunciado rebajas de impuestos generalizadas en las autonomías que regenta su partido, Andalucía incluida. La biblia popular dice sobre esto dos cosas: que si se bajan impuestos aumenta la recaudación y que Madrid es la autonomía más solidaria. Lo primero no se puede hacer siempre. Si no, ¿por qué Rajoy subió los impuestos cuando llegó a La Moncloa en 2011? Y hay límites. España tiene ya una presión fiscal baja: seis puntos por debajo de Alemania, a siete de Italia, o a 12 de Francia. Feijoo propone sensatamente una horquilla.
Es cierta la contribución de Madrid al estado, pero también se beneficia de la capitalidad, concentración de funcionarios y grandes empresas que liquidan impuestos allí, bonificaciones fiscales que atraen fortunas… Todo eso supone que en Madrid se recaude un 80% más que en Andalucía. Mientras, Europa intenta acabar con el dumping fiscal de Holanda, Luxemburgo o Irlanda. Y en Andalucía, cuando el alcalde Monteseirín pidió compensar a Sevilla por los inconvenientes de ser capital, De la Torre dijo enseguida que Málaga lo haría gratis. Y cuando Zoido insistió con la misma idea, De la Torre respondió que Málaga lo haría pagando. Y ahí se acabó la broma.
Llama la atención en esta pelea que Podemos y ERC carguen contra Ayuso, y el PP la emprenda contra el Gobierno y Esquerra, pero nadie señale que las comunidades con más recursos por habitante, País Vasco y Navarra, no contribuyen a la solidaridad territorial. Pero el fenómeno Ayuso excede a todo eso. En su entrevista a Obama la semana pasada en El País, Javier Moreno explicaba cómo veía el ex presidente a Sarah Palin, candidata a la vicepresidencia con McCain en 2008. La ex gobernadora de Alaska se convirtió en el hazmerreír de las élites liberales por su ignorancia y el desparpajo en manejar esa ignorancia. Obama escribe en sus memorias que Palin ofrecía las críticas como prueba de su autenticidad. Y se convirtió en el heraldo de Trump, que llegaría ocho años después. Ojo con eso.
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