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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Los movimientos ciudadanos que luchan por la vuelta del ferrocarril al eje Guadix-Baza-Lorca terminaron 2022 con una protesta en la estación bastetana cuando se cumplían 38 años del paso del último tren. El Gobierno pintó en su día esa línea como de alta velocidad para el futuro ideal de las comunicaciones en el país, pero su voluntad ejecutora es, digamos, escasilla.
Esta lucha etarna por el tren bastetano una muestra más de cómo la ciudadanía se organiza, lucha y, a veces (pocas veces) logra encajar en la agenda de una clase política -bastantes veces ausente de la realidad diaria- los asuntos que entiende la calle como fundamentales.
La plataforma provincial por el tren, las mareas de todos los colores, los vecinos agrupados en tal o cual organización para luchar contra la desprotección de quienes tendrían que protegernos y otros movimientos de todo pelaje, son la muestra viva de que la sociedad granadina está ídem.
También es cierto que, muchas veces, esos movimientos sirven para poco más que dar protagonismo y engordar el ego de quienes se autocoronan como líderes de la causa que abanderan. Seguro que es pura casualidad, pero esos aprovechados utilizan ese impulso para otros fines que, quizás, estuvieron en el origen secreto de su preocupación pública. Obviamente estos son los menos, pero haberlos, hailos. Y, quien se pique...
Nuestros movimientos sociales (que no tiene razón automáticamente por el simple hecho de corear juntos consignas concretas) son un gran activo a proteger por mucho que siempre me haya llamado la atención el hecho de que su existencia es la señal más clara del fracaso del sistema. Me explico: ¿para qué tiene que existir un movimiento por el tren en Granada? ¿No votamos para que nuestros representantes impulsen aquellos proyectos que las bases sociales consideran esenciales? Si tenemos que organizarnos para protestar por asuntos tan vitales como la salud, la enseñanza, las infraestructuras, los riegos de Rules y todo aquello que nos ocupa a diario en Granada, ¿para qué elegimos a nuestros representantes?
Aunque al necesidad de movimientos reivindicativos me parezca un defecto del sistema (porque no tendrían que ser necesarios), su existencia es la muestra más clara de la salud de nuestra sociedad. Lo uno por lo otro...
Para el nuevo año deseo larga vida a nuestros movimientos sociales y orejas amplias a quienes tendrían que entender que la mayor proliferación de estos son el más vivo ejemplo de su inutilidad. Feliz 2023.
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