La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
La Inteligencia Artificial (IA) parece constituirse en uno de los elementos más disruptivos a los que se está enfrentando la sociedad en casi todo el mundo desarrollado. Está cambiando y va a cambiar más aún numerosos aspectos de nuestras estructuras organizativas, ya sea en el ámbito social, empresarial e incluso familiar.
Las oportunidades que se nos ofrecen con la IA parecen casi infinitas y su capacidad de penetración en nuestras vidas cobra velocidad de vértigo y ofrece una enorme extensión sistémica en todo el mundo. Los intentos desarrollados hasta ahora para regular el fenómeno de la IA corren el riesgo de ser insuficientes y envejecer al poco tiempo e, incluso, pueden necesitar continuas revisiones porque a veces da la impresión de que nos encontremos ante un fenómeno que nos lleva a intentar poner puertas al campo.
Es por eso que hay que apoyar todos los esfuerzos que se desarrollen para aportar soluciones de inteligencia humana que permitan transformar los desafíos de la IA en oportunidades para la humanidad. Desde luego hay un espacio de reflexión que puede hacerse en el ámbito de las relaciones laborales para tratar de transformar en oportunidades de mejora las posibilidades que la IA ofrece para producir cualquier bien o servicio de una manera más eficiente. Simplificando, sustituir trabajo por tiempo de ocio disminuyendo la jornada laboral, es una línea a seguir.
Más importante si cabe puede resultar aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece la IA para hacer que los procesos educativos sean más efectivos y eficientes. El rol del profesorado y del alumnado puede y debe ser diferente gracias a la IA.
En el campo de servicios asistenciales tan importantes como los sanitarios y los sociosanitarios, las oportunidades son enormes. Ya estamos apreciando las mejoras potenciales en muchos ámbitos de actuación de estas materias para asegurar mayor eficiencia en la producción de evidencia científica, calidad y excelencia.
Finalmente tenemos que hacer el mayor esfuerzo posible para asegurar que los valores propios de una sociedad como la nuestra, que respeta los derechos humanos, vinculen cualquier decisión en la regulación y uso de la IA. Casi nada.
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