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Como sociedad "estamos cediendo ante la dictadura de la emoción y la dictadura de las apariencias". Esta frase de un tal 'anónimo' define bien algunos de los males que viven un mundo como el periodismo o de los virus que nos han inoculado las redes sociales, donde la realidad siempre está en un segundo plano y hemos despreciado el detalle como concepto vital. No obstante, a veces aparecen temas menores y aparentemente 'pequeños', como el del robo de un Playmobil gigante de una tienda, y sacan lo mejor de la gente, en lo relativo a las emociones y a los hechos. La cadena humana que ha ayudado a los dueños del comercio del centro que denunciaron el robo de la pieza demuestra que tenemos potencial como comunidad y las redes también. Y el gesto de los dos ladrones devolviendo el Playmobil unas semanas después y haciéndose cargo del problema también demuestra que más importante que no hacerlo bien es luego saber arreglarlo. Una estúpida apuesta en una noche de borrachera no define a una persona, entregarse y entregar el click sí demuestra que hay ventanas a la esperanza.
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