Tato Rébora

Querido Enrique...

13 de diciembre 2011 - 01:00

TE extrañará recibir esta carta después de la larga conversación que tuvimos en la Tertulia en aquella noche de noviembre del año pasado que terminó en la madrugada. Tuve la necesidad de recordar tantas cosas vividas, desde tu intenso sentido de la amistad sumada a nuestra complicidad profunda por compartir criterios frente al arte, la cultura y la vida.

Recuerdo que nos conocimos en la Tertulia a mediados de 1980, cuando todavía yo no sabía que eras el cantaor Enrique Morente y tu quizás tampoco podías suponer el gran porvenir artístico que te esperaba. Fue justamente Javier Egea quien me dijo quién eras y la admiración que te profesaba, él ya tenía plena conciencia de que eras uno de los grandes del Flamenco. Le comenté a Javier que a pesar de lo poco que hablabas en aquellas conversaciones apasionadas de la primera etapa de la transición democrática, eras tú el que mejor escuchabas y el que, con ello, formulabas los mejores interrogantes. Pienso que en el marco de aquel desorden de opiniones dispares eras el que mas provecho le sacabas. Con los años aprendí de tí que es mucho mas fecundo un gran interrogante que una buena respuesta a una pequeña pregunta.

Siempre estaré agradecido a lo mucho que aprendí de ti: tu sentido del humor como forma aguda de transmitir ideas, utilizar la duda como instrumento de búsqueda, tu curiosidad sobre las cosas todas, tu sabiduría para aprender de cada detalle y de las personas anónimas. Aprendí también de ti que la cultura puede ser una manera de comprender la existencia humana mas que un escaparate o un divertimento, que la pureza no es necesariamente una virtud y que el mestizaje es una posibilidad fecunda y que la vanidad se acerca mas a la idiotez que a la ambición.

Recuerdo que un día ante una disyuntiva que tenía que ver con Antonio Oliver dijiste: "La amistad está por encima del arte y el dinero". Este principio te sirvió de base para optar por el camino menos conveniente a tus intereses. Me quedé en silencio mientras pensaba el regalo que me dio la vida al tener tu amistad.

Fuimos a la casa de mis padres en Córdoba Argentina en febrero del 2009. Estaba Aurora, Encarni y Antonio. Mi madre nos esperaba con champagne y sándwiches de miga. Nunca olvidaré cuando mi padre, en un momento, te fue mostrando la casa que era un proyecto suyo de juventud. Tú ibas detrás del paso lento de sus 90 años, cuando llegamos al pasillo de los dormitorios descolgó un cuadro pintado por él, te lo entregó y te dijo: " Sé lo que significas para mi hijo... por ello llévate un pedazo de piel de la casa donde se crió". Recuerdo conmovido la expresión de tu rostro visiblemente emocionado. Al regreso del viaje te escuché decir en varias ocasiones, que lo más intenso que te sucedió en aquella visita a Argentina fue estar en la casa de mis padres y eso que, entre otras muchos acontecimientos, habías cantado en la Avenida de Mayo de Buenos Aires frente a 8.000 personas haciendo Omega. De nuevo la amistad estuvo para tí por encima del arte.

Últimamente estás viniendo un poco menos por la Tertulia, sé que tu actividad no te da tregua, siempre nos sorprendes con nuevos proyectos, creo que cuando mas te conozco me resultas mas imprevisible. De todos modos tu sabes que en la 'Mesa 1' "siempre estás aunque no estés", como dice Carlos Andreoli en el poema a los amigos que tanto te gustó. Hace años le dije a Pilar, en esos días que me retiraba temprano en defensa propia: "Si aparece Enrique háblame que vuelvo". Siempre que me habla Pilar por las 2 de mañana pienso que Enrique llegó a La Tertulia.

Por último te quiero manifestar otra cosa que aprendí observando tu manera de ser y estar. Me refiero a que es difícil ser generoso sin ser agradecido, tu generosidad, por otro lado, no era indiscriminada sino que tu selección para dar era también una forma de lucidez.

Cuando tengas un poco de tiempo me gustaría poder retomar la conversación sobre algunas de las ilusiones que compartimos: las películas de Morente en Buenos Aires y la otra que escribiste el guión que era tan genial y delirante, el alquiler del barquito para que podamos filmar tu arte por el Guadalquivir, el viaje a África... Y recuerda que habíamos también pensado hacer una travesía por el norte Argentino aprovechando una futura actuación de Estrella en Buenos Aires.

No dejes pasar mucho tiempo sin vernos. Te mando un abrazo fuerte y que nos veamos pronto,

Tato

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