Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Me confieso impresionado al leer en El País la entrevista con Patricia Ramírez, madre del niño Gabriel Cruz, que fue asesinado en Almería por la novia de su padre en 2018. Aquel fue un suceso que tuvo en vilo a la opinión pública durante varios días en una intensa búsqueda de Gabriel (el Pescaíto, le llamaban) hasta que la Guardia Civil halló el cuerpo del niño en el maletero del coche de su asesina, Ana Julia Quezada.
Y es que Patricia lleva seis años de lucha, pidiendo protección ante el acoso mediático y social que le genera un sufrimiento añadido a la pérdida de su hijo y que se ve ahora incrementado ante la posibilidad cierta de que se filme una serie de televisión sobre el trágico suceso y asesinato de Gabriel.
Este tipo de series forma parte de un género en pleno auge en las plataformas televisivas, como sucede en la actualidad con la serie de gran éxito El caso Asunta; este género se denomina true crime y es cierto que hay un gran seguimiento de este tipo de historias entre el público general.
Patricia reclama el derecho a que se respete su dolor y dice de forma desgarradora en el vídeo de su entrevista “lo nuestro no es una serie, no es ficción, nosotros no somos actores, lo nuestro es nuestra vida”. Palabras de una mujer rota por un sufrimiento que, desde el día del asesinato de su hijo, le acompaña para siempre con una intensidad inmensa.
Patricia reclama un derecho y dice no encontrar eco ni entre las autoridades ni en los medios y hoy va a comparecer públicamente en Almería para exponer sus motivos y sus demandas tras haber sido, primero, víctima de un delito violento y, después, víctima de la violencia mediática. Ella nos dice que ha sufrido publicaciones y emisiones que, en su opinión, vejaban la memoria de su hijo y morboseaban sobre su asesinato y su muerte, aportando información incierta y generaban un dolor extremo y gratuito que le ha impedido hacer su duelo en paz.
Creo que ella merece todo el respeto y todo el apoyo a sus demandas porque es cierto que su sufrimiento no debe incrementarse por una nueva recreación con una serie televisiva con la que no está de acuerdo. Tiene derecho a ser protegida y merece la pena una reflexión sobre las medidas que deban adoptarse para su caso y casos similares. Le agradezco que apele a nuestras conciencias y nos llame la atención. Estoy con Patricia.
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