La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Esto no va de matemáticas y, aún así, no siempre tenemos claro para qué sirven los números. Ni cuando hablamos de dinero y los números se convierten en presupuesto, no siempre tenemos claro para qué sirve un presupuesto.
Y eso que tener un presupuesto es un requisito indispensable para el buen funcionamiento de cualquier proyecto, sea personal, colectivo o de cualquier otra dimensión.
Para un ayuntamiento como el Granada, que ha funcionado desde 2015 hasta 2020 con un presupuesto prorrogado y en 2021 haciendo de la necesidad virtud, conseguir acordar un presupuesto que se ajuste a las necesidades reales de la ciudad pospandemia es, más que necesario, imprescindible.
Esa necesidad ha empujado al equipo de gobierno a negociar durante seis meses el acuerdo. Sabido es que negociar implica debates y cesiones y algunos grupos políticos han dejado clara su postura sobre el interés que tienen en mejorar la vida de quienes viven en Granada, un interés que se sitúa cerca del cero.
A pesar de las dificultades, a principios de julio se alcanza un acuerdo con Unidas Podemos para llevar al último pleno antes de las vacaciones el primer presupuesto expansivo de la ciudad desde 2015. El primero, desde ese año, pensado para reducir la deuda o el periodo medio de pago a proveedores, que contempla la llegada de 17 millones de fondos europeos Edusi y un incremento del gasto del 8,6% y que supondrá inversiones en servicios sociales, empleo, cultura, movilidad, calidad del aire y un largo etcétera.
Y de eso se trata: de llegar a acuerdos, de hacer pactos que permitan gestionar la ciudad pensando en las personas y en su bienestar, invirtiendo en todos los barrios tanto como en cultura, apoyando iniciativas que consoliden el cambio de modelo productivo que necesitamos simultáneamente a la mejora necesaria de los sectores económicos tradicionales de la ciudad, poniendo el dinero del Ayuntamiento donde mejor sirva para el desarrollo de Granada y el bienestar de quienes vivimos en ella.
Eso espera la ciudadanía de quienes nos representan. Y si los números no dan, porque ya ha pasado el tiempo de las mayorías absolutas, lo que se espera es que el diálogo y los acuerdos se prioricen por encima de otras cuestiones y que, al final todo sume en vez de restar.
En pocos días, en el pleno municipal, sabremos quienes han echado cuentas de qué se espera de sus votos y qué cuentas echan sobre su papel en lo del sumar o restar.
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