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Seis millones de hombres, mujeres y niños judíos que perecieron en el Holocausto. La Asamblea de la ONU dispuso que una fecha como la de mañana recordáramos lo que nunca debió quedar en nuestra memoria: un 27 de enero del 45 fue liberado el campo de exterminio de Auschwitz. Setenta y cinco años después compartimos una responsabilidad colectiva. Que no vuelva a ocurrir. El Holocausto es una herida indeleble en la historia de la humanidad, un recordatorio sombrío de odios desenfrenados.
Aquella atrocidad debe anclar en nuestra conciencia la importancia de la igualdad, la tolerancia y el respeto por la diversidad. La igualdad, como principio rector de las relaciones humanas. Ser tratados con la misma dignidad, independientemente de raza, religión u orientación sexual. El Holocausto fue testimonio trágico de igualdades pisoteadas y derechos humanos ignorados. El respeto es base de una convivencia armoniosa, y respetar hoy la memoria de las víctimas significa aprender de la historia para no repetir semejantes barbaries.
La tolerancia implica aceptar y respetar diferencias. Incluso cuando no las compartimos. Cultivar la tolerancia construye sociedades inclusivas y previene repetir tragedias pasadas. En cambio, la diversidad se advierte como adjetivo enriquecedor de nuestras vidas. Cada persona aporta perspectivas únicas al mundo que compartimos. Diversidad implica abrirnos a nuevas ideas, a experiencias, a formas de vida. La inclusión de voces y culturas contribuye a construir un mundo comprensivo y equitativo.
Frente a igualdad, respeto, diversidad y tolerancia, el odio. El odio como polo opuesto, como fuerza destructiva cuando la humanidad permite florecer el prejuicio y la intolerancia. Ideologías extremas y discursos de odio son esenciales en su propagación. Combatirlos requiere esfuerzo conjunto de sociedad, medios de comunicación y gobiernos que destierren la desinformación y promuevan ciudadanos libres.
Reflexionar sobre el Holocausto llama a abrazar la igualdad, el respeto, la tolerancia y la diversidad como valores fundamentales donde construir sociedades justas. Esenciales para prevenir tragedias pasadas y forjar un futuro donde la humanidad respete y valore la dignidad del individuo. Hoy suena a hueco. Pero la historia, a veces, sólo a veces, tiene como virtud reconducir nuestra memoria.
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