Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Un hombre para la eternidad
La colmena
Las resacas electorales son más peligrosas que las jornadas de llamada a las urnas. En Cataluña aún no sabemos con qué fórmula van a gobernar los independentistas liderados por Pere Aragonés -lo único claro es que Salvador Illa no será president-, pero las lecturas sobre el 14-F atraviesan ya toda España.
No se entiende. No dan crédito ni los más casadistas. En el PP no se perdona que se reniegue del partido ni que se falte el respeto a sus líderes. Menos aún cuando no están. Tras la burbuja de ceses por los listos que se vacunaron antes de tiempo, un espejismo de responsabilidad que han roto las infantas, en España volvemos al guion de siempre: ni autocrítica ni dimisiones. Los populares se hunden en Cataluña (hasta la irrelevancia) y no pasa nada; se quedan por primera vez sin representación en tres provincias españolas… y no pasa nada.
Lo que ha hecho el actual presidente del PP es innovar con el sorpresivo anuncio de la venta de su emblemática sede en Génova 13. Pero, lejos de funcionar para desviar la atención de quienes le pedían la cabeza de su "intocable" número 2, lo que ha hecho ha sido proclamar públicamente que no quiere saber nada del "PP de la corrupción". Es decir, que antes de que los jueces se pronuncien en firme, Casado ya acredita que hubo trapicheos y pone una línea roja con su propio partido. Todo un despropósito.
A Pablo Casado y Teodoro García Egea ya los dan por amortizados y hay quienes apuestan a que no llegan ni a final de año. Seamos prudentes, en política no podemos hundir ni enterrar antes de tiempo, pero admitamos una realidad poco contestable: han quedado muy tocados, su liderazgo cuestionado y el debate completamente abierto sobre quién podría asumir el relevo nacional.
Cuando Rajoy dejó la presidencia, todo el PP miró a la Galicia de Núñez Feijóo como alternativa a la batalla entre casadistas y sorayistas. Aunque entonces no dio el paso y tampoco parece que vaya a hacerlo ahora, su opinión es importante y, más aún, su apoyo. Cuentan que Juanma Moreno ya lo ha tanteado para exponerle su disposición a liderar el partido… si surge la ocasión. En Andalucía dejaría a Elías Bendodo y el político malagueño volvería a dar el salto a Madrid pero, ahora, como líder. Dicen que se empieza a mover en los círculos empresariales y del Íbex y que el perfil moderado que se ha labrado al frente de la Junta podría funcionar como dique de contención ante Vox.
Aunque desde San Telmo se asegura que no hay hoja de ruta de adelanto electoral, la campaña catalana ha puesto en órbita a todos los partidos. Y el PP es consciente del impacto que puede tener en Andalucía tanto el hundimiento de Cs como el auge de Vox.
A la pregunta de si la diputada por Granada podría ser la candidata de Vox a las próximas elecciones andaluzas que ha saltado a los medios esta semana habría que empezar a quitarle los interrogantes. El tirón mediático y popular de la abogada del Estado -ya ha recordado que su madre tiene sangre andaluza y se ha hecho una foto con La Macarena- se ha convertido en un revulsivo para un partido que se propone dar un paso más entrando de lleno en las instituciones.
Ese es el miedo del PP: que los sondeos que barajan ahora se cumplan, que Cs se quede con apenas 4 diputados en Andalucía y que la única forma de repetir en San Telmo sea un bipartito con Vox. El "miedo a Vox" tiene además una segunda lectura: el rearme de la izquierda. Que los 700.000 andaluces que no fueron a votar hace dos años, muchos de ellos socialistas, ahora sí lo hagan. Que el PSOE se desprenda de la atadura de los anticapitalistas de Teresa Rodríguez y pueda contar con la solidez de IU en nuestra comunidad en una alianza estratégica con Podemos que permita repetir la fórmula de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
La expresidenta de la Junta ya ha dicho alto y claro que no se va, que ya ha hecho su travesía del desierto, que tiene derecho a renovar su liderazgo orgánico en el PSOE andaluz y encabezar las listas para intentar recuperar el Gobierno andaluz. Dicen quienes la apoyan que ganó y no gobernó "como ha ganado Illa y no gobernará". ¿Cuál es la diferencia? El símbolo de si hay guerra o paz entre San Vicente y Ferraz se ha situado sobre una granadina: Sandra García. Mientras siga como delegada del Gobierno en la Plaza de España, todos sabremos que no hay sables en alto; el martes que se fije su cese en Consejo de Ministros será el día D para los socialistas. Y no es María Jesús Montero en quien parecen estar pensando en Madrid sino en Juan Espadas. Pocos creen que el actual alcalde de Sevilla vaya a medirse en unas primarias a cara de perro con Susana Díaz, pero ya sabemos que en política nada se ve hasta que se ve. La reciente visita a Sevilla del ministro Ábalos fue exploratoria y, aunque dicen que se fue con un buen cabreo porque no convenció a Susana Díaz para que dé un paso atrás, eso no significa que el escenario no pueda cambiar en otoño.
De momento no hay 'efecto Illa' en Andalucía pero sí 'efecto Olona'. Y tanto a nivel regional como local. En Granada, nos aproximamos a la fecha del famoso 2+2 y podremos comprobar si Luis Salvador (Cs) es capaz de mantener el sillón de alcalde durante todo el mandato o se produce una moción de censura. Hay movimientos desde todos los partidos. La principal novedad es que sería Macarena Olona quien estaría detrás de una sorpresiva operación para reformular el acuerdo del 2+2 con un 1+1: la derecha seguiría en el poder con un alcalde de Vox (Onofre Miralles) a partir de junio y el último año sería para el PP (con la duda de si sería Luis González o Sebastián Pérez).
Que se llegara a esa solución tendría un precio altísimo -Granada sería la primera ciudad que daría una alcaldía a Vox- y requeriría además la complicidad de Luis Salvador -con su marcha a Sevilla a un "puesto digno" del que todos hablan pero nadie concreta- y la del PP con un doble escenario igual de complejo e improbable: que el PP de Marifrán Carazo aceptara que fuese alcalde Sebastián Pérez el último año (con lo cual tendrían que asumir que sería el cabeza de cartel de las siguientes municipales en lugar de Rocío Díaz o la propia consejera si se pierde la Junta) o que el expresidente del PP accediera a que Luis González fuera alcalde. Ciencia ficción.
Mucho más factible parece la opción en torno a Paco Cuenca: una moción de censura que devuelva el Ayuntamiento al PSOE (fue la lista más votada con 10 concejales) en cogobierno con Unidas Podemos (3 ediles). Solo les falta un voto. Aquí sí hay más recorrido pero tampoco fácil: desde el PSOE tienen claro que la gestión de Salvador está siendo "nefasta" para Granada y están dispuestos a "salir por segunda vez a rescatar la ciudad" -en alusión a la detención de Pepe Torres en 2016- aunque no a tomar la iniciativa. En frente siguen sumando 14 y, hoy por hoy, no hay ningún concejal del centro-derecha que haya "rectificado". Todas las miradas se sitúan en Sebastián pero también hay quien no se extrañaría de que Cs se terminara de romper y fuera un compañero de Luis quien diera el paso...
Por cierto, empiezan a circular las quinielas sobre qué pasaría si Macarena Olona se presentara como candidata a la Junta ¡y hay quienes la ven de vicepresidenta! Si lo hiciera como cabeza de cartel en Granada, ¿Vox podría dar el sorpasso al PP? Aquí no está tan claro que sea ciencia ficción. Es evidente que Vox está moviendo el árbol; habrá que esperar para ver quién recoge las nueces.
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