Adiós Francisco, adiós

Cuando escribo este artículo es 21 de abril, lunes de Pascua, y acaba de morir el Papa Francisco, mientras hacía solo unas pocas horas que había asistido en directo a su tradicional bendición urbi et orbi del domingo de Resurrección.

Esta semana pensaba escribir de los que, a mi parecer, habían sido los aciertos y errores de esta gran Semana Santa en Granada, aludiendo al éxito de Geopasos, la aplicación de ubicación de procesiones, y al desacierto de que procesionaran de dos en dos las 400 mantillas de la Aurora, convirtiéndola en una procesión interminable, en donde la espiritualidad y el misticismo del momento quedaron diluidos por una desmesurada exhibición terrenal de más de dos horas.

Pero la muerte del Papa ha sobrepasado todas las noticias del momento, un Papa que ha suscitado controversias, amado por muchos y detestado por otros, hasta Milei, que dijo de él que era el “representante del maligno en la Tierra”, le abrazaría después en el Vaticano. Incluso algunos achacaron su ausencia de viajes a España a su defensa de los derechos de los pueblos indígenas, y ciertamente es excepcional que, siendo el primer Papa castellanohablante desde que Alejandro VI accediera al papado en 1492, no visitara nunca a un país vecino y hermano como el nuestro, pero el Papa quiso darle preferencia a la periferia, y no a España o a su Argentina natal.

Polémicas aparte, nadie puede negar su dedicación a los pobres, a los más vulnerables y a la consecución de la paz en el mundo. Siempre humilde, con un estilo de vida austero y un mensaje de misericordia, ha sido un incansable crítico de la desigualdad social, un Papa muy cercano, muy humano y muy querido por el pueblo, procuró siempre que calara el mensaje genuino de Jesucristo.

A pesar de encontrarse muy enfermo, ha estado al pie del cañón hasta el final, muriendo con las botas puestas, incluso el domingo recorrió la plaza de San Pedro en el papamóvil y recibió al vice presidente de EEUU, J.D. Vance, cuya conversión por convicción al catolicismo puede leerse en su best seller Hillybilly Elegy, en español, una Elegía paleta.

Para unos, demasiado progresista, para otros, demasiado conservador, lo cierto es que Francisco era un buen hombre, un Papa solidario, sencillo, próximo, alegre y siempre alejado del protocolo, que va a ser recordado con cariño por casi todos, católicos y no católicos, independientemente de ideologías políticas.

La sede vaticana está desde ayer vacante, esperemos que su sucesor sea tan querido por los fieles como el pastor Francisco. Con mucha tristeza digo hoy, descansa en paz Papa Francisco, Dios te espera, adiós y a Dios…

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