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David Fernández
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Quienes vivimos en la ciudad de Granada tenemos el privilegio de poder abrir el grifo y beber un agua a la que podríamos calificar, como se decía en los libros, de inodora, insípida e incolora, es decir un agua natural que nos viene de las nieves de nuestra Sierra Nevada o si nos vienen tiempos de sequía, cada vez más a menudo, de los acuíferos que durante milenios han ido recogiendo las mismas nieves fundidas. Ese privilegio, qué poco se nos viene a la mente, no lo disfrutan en muchos sitios, lugares aquellos en donde tienen que comprar agua embotellada que venden con publicidades que yo llamaría tan falsas como el oropel. Si el poeta decía que Sevilla tenía un camino para los barcos y en Granada remaban los suspiros, qué hermosos suspiros tiene el agua de Granada.
Quienes vivimos en la ciudad de Granada tenemos otros muchos privilegios y aún así dicen que somos la tierra de la continua queja. No es culpa nuestra que se nos olvide tanto o quizás sí. Deberíamos reivindicar esos privilegios, tal como disfrutar de las cuatro estaciones en un solo día. Sentir el frio invernal en cualquier día de primavera u otoño, para reconfortarse con un tibio calor de primavera en otro día de invierno u otoño, sudar como en el medio día del estío aunque sea invierno y ver unos colores de otoño sobre nuestra Sierra en cualquier momento del año, indiferente de la estación en que estemos. Ya lo decía el poeta: con qué trabajo tan grande abandona la luz a Granada.
Quienes vivimos en la ciudad de Granada tenemos el privilegio de disfrutar de las mejores tapas del mundo. Ya lo decía mi padre: lo mejor del mundo es esta tierra. Lo diría por muchas cosas, pero recuerdo que alguna vez me lo dijo mientras se tomaba un vino pálido con unos humildes cacahuetes en una vieja bodega de la calle Puentezuelas. Serían las tapas de entonces, pero ahora yo puedo repetirlo con otras muchas tapas en muchos lugares. Y ahora que pudiera parecer que se acaba el mundo en este año de catástrofes, corran y deléitense con, por ejemplo, unas alitas al curry en la tasca 4 vientos. La misma que les recomendaba en el primer cajón de este año 2024. Cuidado que para la próxima columna el mundo estará temblando por si Trump le gana a Kamala, o si Netanyahu ha matado a otros miles de palestinos. Otro poeta decía: ande yo caliente y teniendo nuestros privilegios de malafollás granadinos, carpe diem que decían los latinos. Vale.
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