El anzuelo envenenado

Creo recordar que fue en la proyección de la película española Llanto por un bandido –del gran Carlos Saura,1964– donde escuché aquella frase que; al parecer nunca en la realidad se había producido; y que en el guion pronunciaba el bandolero andaluz José María ‘El Tempranillo’, quien, rechazando, en bucólico paisaje entre los riscos de Despeñaperros, la propuesta de acuerdo que unos oficiales del ejército le hacían, en nombre del mal rey Fernando VII, el famoso forajido andaluz, con la altivez que le caracterizó, les respondía: “Dígale usted al rey que él mandará en España, pero que en la sierra mando yo”. Esa afirmación, hoy y de manera recurrente, me viene a la memoria cada vez que el canalla Puigdemont hace pública alguna nueva exigencia al vendido Pedro Sánchez, en ese vomitivo idilio que mantiene a éste en la Moncloa.

Y puestos a comparar, no siendo menos bandolero –quiero decir menos criminal– Puigdemont que El Tempranillo, éste último, además de haberse tirado al monte por tener pendiente cuentas a la justicia de una muerte en duelo, sí es verdad que actuaba en una España en la que la justicia no era ni una sombra del concepto que hoy tenemos y además, era la nuestra tierra en la que el gobierno y los gobernantes poco interés y nulo esfuerzo ponían en hacer de España, una nación fuerte y próspera, en la que las gentes más humildes pudiesen alcanzar ciertos grados de felicidad pública, en expresión de aquel buen ministro que fue, años antes, José Cadalso. No como ahora ¿verdad?

Estoy en el convencimiento de que Pedro Sánchez no le va a la zaga al odiado Fernando VII y que su recuerdo en la historia –que en un momento pareció preocupar al felón de los tiempos presentes– no será muy diferente del que se tenga de otros judas y desleales con su país, que en los anales han sido. La última es de traca: propone el vendido, a través de la histriónica marioneta María Jesús Montero, atender la exigencia del insidioso bellaco Puigdemont de perdonar la deuda que la Comunidad Autónoma de Cataluña mantiene con la hacienda de todos los españoles y que asciende a unos 18.000 millones de euros, así proseguirá el tormentoso noviazgo con el Pedrosoe.

Esta caterva que nos (des)gobierna lanza envenenado anzuelo a todas las demás comunidades autónomas, ofreciéndoles, también, la condonación de sus respectivas deudas y sumar el total a la enorme deuda externa a la que nos han llevado, que va camino de ser varias veces el producto interior bruto, es decir, varias veces lo que produce España entera en un año, sin que nadie –nadie– pueda gastar un solo euro, ni en comer. Y que lo paguen nuestros hijos, los hijos de nuestros hijos y hasta los nietos de nuestros nietos. Así entiende esta gentecilla que se hace grande una nación. ¡Ojalá se pierdan por el camino! ¿O no?

stats