Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Notas al margen
Juanma Moreno se agarra a la blanca y verde que le sirvió en bandeja el PSOE para exigir igualdad de trato para Andalucía frente a los privilegios de otros territorios. Los andaluces ya no colgamos banderas en los balcones, ni nos manifestamos, ni cantamos el himno con el espíritu del 4 de diciembre del 77. Pero estamos hasta el gorro de la matraca separatista y del perjuicio para Andalucía. La defensa de un andalucismo light no le puede salir más rentable a Moreno. Pedro Sánchez ha agudizado tanto las tensiones nacionalistas, que el líder del PP se ha cogido del brazo de Rojas-Marcos para exhibir orgullo andaluz, signifique esto lo que signifique, más allá de que no nos gusta que nos toquen la moral. Su andalucismo es puro tacticismo porque no se entiende Andalucía sin España. El nacionalismo andaluz es una redundancia del español, aunque el sentimiento de agravio ante las concesiones de Sánchez a los separatistas sigue más vigente que nunca. Manda el maldito parné y la idea no es otra que denunciar el déficit de financiación andaluza que merma la calidad de la sanidad y la educación públicas. Pero salvo por la celebración del día en que Andalucía salió a la calle paran pedir autonomía, el andalucismo tiene hoy menos fuerza que el puchero de un hospital. Los andaluces estamos más bien ligados a nuestras provincias y sobre todo a nuestras ciudades y pueblos. Y tanta identidad local lastra a una autonomía incapaz de acordar lo esencial porque cada localidad vive de espaldas al resto, sin unir fuerzas y su destino con políticas homogéneas. Lo mismo le sucede a Europa.
España siempre ha sido difícil de gobernar. Cada vez que el Ejecutivo no asume su responsabilidad y no gestiona el poder en su punto exacto de sal, le salen sarpullidos. La tradición centralizadora desde el ordeno y mando alienta la pulsión independentista, y cuando se traspasan más competencias de la cuenta a las comunidades, el Estado flaquea. El Gobierno del PSOE, lejos de encontrar el equilibrio, se siente tan a merced de los separatistas, que a Sánchez le da por hablar de cogobernanza y de un Estado compuesto y federal cada vez que le tiemblan las piernas. Lo hizo en pandemia y tras la DANA de Valencia. Los movimientos nacionalistas han cosechado tanto rédito para sus territorios y sus líderes que les han salido imitadores hasta en Teruel. Los andaluces no somos excluyentes y Moreno lo sabe, aunque a veces simule que sólo aspira a ganar más cuota de autogobierno antes que a cohesionar este país desde la vía de la moderación que tanto defiende. Las corrientes independentistas, como indicó Gerald Brenan en El laberinto español, otorgan a los españoles independencia de carácter y don de palabras, pero le condenan al estancamiento y a la ineficacia en la que nos encontramos, con un Gobierno vacío de competencias incapaz de afrontar problemas como el de la vivienda. Ojalá nuestros líderes cogieran esta bandera.
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