
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
No queremos reyes
Cambio de sentido
Esto lo olvidaron decir los profetas: las señales del acabose, del fin de una era o generación humana quizás sean nítidas, pero sobre todo estarán preñadas de contradicción. Hay que echarse a temblar cuando comenzamos a admitir como animal de compañía que algo sea una cosa y su contraria. Doblepensar, lo llamó un tal Orwell, y lo definió así: “Significa la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente”. Dos realidades contrapuestas incluso, añado.
Pues ya está aquí, Bocabajo S.A., apúntese ya al reto de doblepensar: hijos de los hijos de Israel –no todos, a Yahvé gracias, sino esos ahítos de sionismo– que ejecutan una suerte de holocausto (50.000 palestinos masacrados, salen a más de 40 ojos por ojo y de 40 dientes por diente). Ultraliberales enamoraditos de los aranceles. Autodenominados libertarios –tienen de ello lo que yo de requeté– que se erigen como Estado. Salvapatrias que aplauden al que sangra a España. Defensores de la paz con discurso belicista. Cantantes de letras feministas con perfil abierto en Onlyfans. Democratizar como verbo deshuesado y listo para aplicar a las modas. Grupis del Cristo que el mismo Cristo echaría del templo a gorrazos. Los más altos representantes de la Administración a favor de la supresión de la Administración. Proselitistas del minimalismo que no saben qué cosa más comprarse. Kits de supervivencia –microdosis de miedo– promovidos por la serenísima Europa. Oradoras tartajosas de avieso pinganillo. Contrarios a la inmigración con filipina interna. Adictas a la ley y el orden, al honor y gloria enganchadísimas al caos y al cacao (mental). Oráculos de inteligencia artificial a los que les pregunto soberanas tonterías. Verdugos haciéndose las víctimas (con estos me extasío). Cientos de miles de individuos, que piensan de sí mismos que van adonde quieren, atascados por horas en una autovía. Ecologistas swifties. Prescriptores de opinión a los que solo hay una cosa que les pirre más que la libertad de expresión: la cancelación. Mundo raro este, en el que se puede hablar de todo al mismo tiempo que no se puede decir nada.
Contra el bocabajismo, jarabe machadiano: “Para ver del derecho hay que haber visto antes del revés”. Volver a deletrear el mundo, hasta llegar a componer las frases que cuentan que el rey va desnudo. Resistirse a mayor ceguera, aunque vengan años más malos, de gerifaltes tan tuertos. Apartar el corazón de las mangueras.
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