Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Cuando un partido tiene mayoría absoluta suele creer que puede hacer lo que quiera, sin contar con nadie. El cuerpo electoral los ha legitimado y, por tanto, no van a venir unos perdedores a cuestionar sus decisiones. Además, pronto se forma una cohorte de aduladores en los distintos ámbitos (cultural, mediático, económico o social) pues si tienen mayoría absoluta es que van a estar un tiempo en el poder y lejos del poder, piensan, se pasa mucho frío. Estos les ríen las gracias a cualquier barbaridad que plantean, presentándola como una genialidad. Así se han cometido errores garrafales en los distintos niveles de gobierno. Y sólo desde esa lógica de la ceguera que produce la mayoría absoluta puede entenderse la propuesta de la Diputación de nombrar hijo adoptivo de la provincia al actual Presidente de la Junta, con el rechazo, lógicamente, de los restantes partidos representados en el órgano provincial.
La Diputación o el Ayuntamiento son de todos, no sólo de los que gobiernan en un momento determinado. Por ello, cuando en nombre de esa institución se conceden honores debe pensarse en personas que susciten consenso, más allá de las legítimas posiciones partidistas de cada uno. Así se había hecho hasta ahora también en la Diputación de Granada. Federico Mayor Zaragoza, José Saramago o Leonard Cohen son personas que pueden concitar ese consenso. No sólo por sus méritos en una larga trayectoria profesional sino fundamentalmente por ser ajenos al debate político. Hasta ahora a ninguna mayoría de la Diputación se le había ocurrido proponer a un político en activo, y menos al líder del partido que gobierna en Andalucía. Hay quien dice que Antonio Jara también recibió esta distinción. Sin embargo, se olvida que se le concedió en 2008, un momento en que era un tranquilo profesor universitario sin actividad política, como reconocimiento a su excelente labor de alcalde de Granada entre 1979 y 1991, esto es, diecisiete años antes.
No se trata siquiera de valorar los méritos o deméritos del Presidente de la Junta en Granada. Eso que se lo pregunten a los trabajadores de la Escuela Andaluza de Salud Pública, del Parque de las Ciencias o al Personal Técnico de Integración Social. Pero aunque tuviera méritos, cualquier institución debería esperar para reconocérselos a que deje de ser un político en activo. De lo contrario se dará el bochornoso espectáculo al que asistiremos en las próximas semanas. Un acto institucional de la Diputación convertido en un mitin político del líder del PP en Andalucía. Y todo ello, eso sí, pagado con dinero público.
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