Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Dónde están mis cuatro euros?
La esquina
La aberración ideológica del concierto fiscal que ha llevado a Salvador Illa a la Generalitat ha excitado el malestar de los barones territoriales del PSOE. También ha acabado con el mutismo del barón extraterritorial por excelencia, José Borrell, responsable de política exterior y de seguridad de la Unión Europea, el español con más poder en la escena internacional.
También ha sido secretario de Estado de Hacienda (y ministro y presidente del Parlamento Europeo), gran conocedor de la problemática fiscal y coautor de un libro fundamental para desnudar las mentiras del independentismo y el falsario Espanya ens roba. Está de vuelta de todo y, por tanto, ni necesita hacerle la pelota a Pedro Sánchez ni se le puede considerar un resentido. Nunca fue felipista ni guerrista.
¿Y qué es lo que ha dicho este socialdemócrata de libro? Sólo dos cositas: con el pacto PSOE-ERC sobre financiación se asume post mortem el relato del procés y se avanza hacia la soberanía fiscal de Cataluña. Dos verdades como puños. Los socialistas aceptan que Cataluña está infrafinanciada -de ahí que se le conceda una financiación singular-, y hace falta caminar hacia la confederación de España, con naciones y regiones desigualmente tratadas.
Por eso digo lo de la aberración. Porque mientras que la amnistía puede considerarse, optimistamente, una mera estrategja equivocada y peligrosa, el pacto con ERC supone una auténtica mutación del Partido Socialista, no debatida y aprobada en un congreso, sino concebida y dictada por un solo militante. El partido por antonomasia de la igualdad y la solidaridad ha devenido en secta que tolera, y aun fomen- ta, las desigualdades y ampara que los ricos negocien la cuantía de su aportación a la caja que regula la solidaridad de todos.
Siendo novedosa e insólita la metamorfosis del socialismo reinante, tampoco se puede decir que haya surgido de repente. Culmina, en realidad, un proceso que se inició cuando el PSOE de Cataluña aceptó disolverse en el PSC a las órdenes de un equipo de progres socialnacionalistas y se aceleró cuando Maragall y Montilla fueron presidents gracias al apoyo de ERC y se esforzaron, no en moderar al nacionalismo, sino en ir aplicando, poco a poco, su programa. Fueron ellos los que moderaron su concepción socialista de España y de Cataluña. Haciendo de la necesidad virtud.
Hemos llegado a la apoteosis: la desnaturalización de un partido progresista con casi siglo y medio de historia. Todo porque un solo hombre no aceptó su derrota.
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