El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Son muchas y variadas las leyendas sobre tesoros en Sierra Nevada, la mayoría ligadas a la etapa musulmana. Muchas de ellas son exclusivas del Reino de Granada y otras son de argumento común con otros lugares. Se basan en supuestos tesoros escondidos por 'los moros' tras la conquista de Granada o cuando fueron expulsados los moriscos de la Alpujarra definitivamente. Suelen mezclar elementos mágicos, siguiendo una tradición oriental, con hechos históricos y parajes reales.
Una de las más completas aunque desconocidas para mucha gente es la leyenda del Cerro del Tesoro recopilada por Moritz Willkomm en su libro Las leyendas de Sierra Nevada, junto a la de la Fuente de los Castaños, (típica historia entre hermosa cristiana 'vieja' y apuesto jefe morisco), y la de la Peña de los Enamorados (transcripción de la popular leyenda de Antequera).
Está ambientada en la época musulmana. Un jeque árabe, Abu Kazar, proveniente de Córdoba se establece en el valle del Monachil con permiso de las autoridades granadinas. Allí construye un castillo en el monte y sitúa a su familia más abajo en el valle junto al río. Ganadero y agricultor, hombre afable, modesto y laborioso, hace fortuna con estas tareas agropecuarias y manda a educar a sus hijos a la ciudad, casándolos con hijas de nobles a las que "no les tiraba" el campo. Ismael, el biznieto del fundador del clan y cabeza de la familia de los Beni al Kazar un siglo después, va a echar por tierra el patrimonio familiar y la buena fama convirtiéndose en un tirano que gobernaba a sus súbditos con mano de hierro. Conforme dilapidaba su fortuna, y la de una rica heredera con la que casó, subía los impuestos, haciéndose acreedor de odios y temores.
Al arruinarse sólo le quedaba una carta, la de su bella hija Fátima, que utilizaba como señuelo para atacar a los caballeros que iban a cortejarla, ninguno considerado suficientemente rico para sus pretensiones.
Un día llegó un anciano mago proveniente de Damasco que buscaba unas hierbas mágicas que crecían en la Sierra y que había oído hablar de la belleza de la hija de Ismael. Al encontrarse con el tirano ambicioso y comprobar la belleza de su hija, le prometió que si le concedía la mano de Fátima lo convertiría en el hombre más rico del mundo, gracias al poder de esas plantas, capaces de descubrir tesoros.
Hecho el acuerdo, en el solsticio de verano, momento en el que la planta talismán buscada florecía, se adentraron por una vereda tortuosa y recóndita en el monte hasta llegar a un lugar en el que el mago, utilizando su vara mágica adormeció a Ismael para buscar la 'hierba de herradura'; a su regreso lo despertó y le mostró una flor roja, muy bella y extraña, la 'llave' que abriría montañas de tesoros. Efectivamente, cuando la flor se giró y señaló un lugar en las rocas, éstas se abrieron y pusieron al descubierto un inmenso tesoro de joyas y piedras preciosas.
Los tesoros fueron almacenados en el castillo pero cuando el mago reclamó su parte del trato, Ismael se negó a cumplirlo, intentado arrebatarle la flor mágica y atacar al viejo y, pensaba, desvalido mago. Pero por un lado la flor perdía sus efectos en manos de personas impuras y quedó mustia en contacto con el avaro Ismael. Sin embargo en manos de la dulce, pura y virgen Fátima, la flor recuperó su belleza y propiedades. Y, además, el anciano no era débil ni inválido y cogió su vara y tocándola en el suelo, se abrió un enorme agujero en el que quedaron sepultados Ismael, su hija y todos los tesoros acumulados. Al poco el castillo se deshizo en llamas sepultado por un rayo de una inesperada y repentina tormenta seca de principios de verano.
Otras versiones rematan la historia haciendo desaparecer al brujo con la hija, y el tesoro en una gruta que quedó sellada tras la intervención de la vara mágica, haciendo inútiles los esfuerzos del padre en intentar perforar la roca. Ismael hundido en una desesperación profunda y cuando iba a ser arrestado por sus múltiples vilezas cometidas, bajó al sótano y se ahorcó en el mismo instante en que el cadí pedía la entrada en el castillo para su detención.
La leyenda cuenta que un joven puro y honrado puede abrir el cerro y descubrir los tesoros escondidos con la ayuda de la susodicha y desconocida planta mágica cogida en la noche de San Juan, y de paso liberar y casar con la bella y virgen Fátima que estará aguardando impaciente. Nadie ha conseguido coger esta planta ya que rápidamente se vuelve mustia al ser pisada aunque un pájaro carpintero, el pito real, hace sus nidos con ella.
El Cerro del Tesoro tiene una altitud de 2.002 metros. Recibe otros nombres como Pico del Tesoro, Cerro de Cortichuela o de la Cortichuela y también Peña o Peñas del Tesoro. Se encuentra situado entre el Collado de Matas Verdes a (1.896 m.), que lo separa del Cerro del Mirador y de las lomas de los Panaderos y de Dílar, y el Collado de Ruquino a 1.757 metros. Para llegar hasta este pico de la media montaña nevadense, la manera que recomendamos es la de realizar el tramo 1 del sendero de gran recorrido GR-240, conocido como Sulayr, desde el Jardín Botánico de La Cortijuela en dirección hacia el Dornajo. Hasta este punto llegaremos desde La Zubia a Cumbres Verdes, Fuente del Hervidero y, continuando por la pista forestal, llegaremos hasta La Cortijuela. Aquí seguiremos las balizas y señales hasta el Collado de Matas Verdes. Desde aquí llegaremos en unos minutos hasta la cima del Cerro del Tesoro.
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