En tránsito
Eduardo Jordá
Sobramos
Hace quince días hablaba en esta misma columna de cómo las ciudades y su organización son responsables de cómo serán sus ciudadanos y ciudadanas, de cómo la ciudad puede, y debe, ser educadora. Hoy, pensando ya en el 8 de marzo, esa fecha que marca un día y un mes en el que las mujeres y el feminismo pasan a ser protagonistas, vuelvo a pensar en cómo la organización y la gestión que se haga de la ciudad condiciona la vida de quienes en ella vivimos.
En los últimos años se ha empezado a hablar de 'ciudades de 15 minutos'. En realidad, como pasa en tantas cosas, esas supuestamente nuevas ciudades no son otra cosa que la ciudad pequeña y un poco antigua, la anterior a los polígonos industriales y a las grandes superficies, la previa a los centros comerciales en las afueras y los centros de ocio en el extrarradio. Ciudades, al fin, en la que cualquier servicio que necesitemos podemos obtenerlo desplazándonos 15 minutos en transporte público.
Pero no nos engañemos: a quien más van a beneficiar estas nuevas ciudades en el momento en que consigamos hacerlas reales es a las mujeres. Porque, a pesar de lo mucho que se ha avanzado en la igualdad entre hombres y mujeres, lo cierto es que mientras ellos se dedican, principalmente, a su trabajo, siguen siendo ellas las que se ocupan de comprar, llevar a niños y mayores al médico, acudir a los servicios sociales o a realizar trámites administrativos y un sinfín de tareas mas, aparte de, eso si, haberse incorporado de forma masiva al trabajo por cuenta ajena.
Por eso, mientras no lleguen las ciudades de los 15 minutos, agradecemos todas las medidas que nos hacen la vida más fácil y que dependen de nuestros ayuntamientos. Agradecemos que las calles estén cada vez mejor iluminadas, con leds o como sea. Agradecemos las paradas a demanda de los autobuses nocturnos, para llegar a casa sin necesidad de ser valientes. Agradecemos las ayudadas al pequeño comercio, ese que está en la esquina de la calle y al que podemos ir sin necesidad de mover el coche ni de coger un autobús. Agradecemos que los itinerarios de los autobuses se piensen para favorecer los caminos de casa al trabajo y del trabajo a casa. Agradecemos que se ponga en marcha una red de locales de ocio libres de agresiones machistas.
Vamos a seguir pidiendo mucho más, este 8 de marzo y todos los días del año. Pero lo que ya tenemos lo sabemos agradecer.
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