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David Fernández
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Para los políticos en Andalucía ha llegado la hora de acudir al entierro. "¿A que no sirve de nada ir hasta al cementerio si no te ve la familia del muerto? Pues así estamos ahora con los votantes". Creo que quien me explicaba esto hace pocos días no pretendía dar por fallecida la gestión de su gobierno. Todo lo contrario. El ejemplo tenía más que ver con aquellas cosas poco agradables que todos tenemos que hacer alguna vez para mantener a los amigos o quedar bien con determinados conocidos. En el caso de los políticos con responsabilidades públicas, a partir de este septiembre la directriz marcada es ir a todos los entierros. Y que los vea hasta el último de la familia. De nada sirve la gestión de puertas para dentro, porque sería como ir al velatorio de incógnito. Ahora toca exhibir los logros, cortar muchas cintas, estar en todas las fotos y anunciar licitaciones, aunque tengan un futuro más que incierto.
Nos puede parecer que vivimos instalados en una perpetua contienda electoral, pero no se equivoquen, les aviso de que hemos pasado un periodo de cierto descanso y que la carrera buena empieza ahora. Arranca con las autonómicas, que serían en 2022 si no fuera porque todo el mundo está seguro de que no nos comeremos los turrones sin ellas.
En Granada, tras un verano político que tuvo su cresta de la ola con el cambio de gobierno en la Plaza del Carmen y un agosto de noqueo total por el desgaste, este mes ha empezado intenso. Disponer del gobierno de la capital granadina en estos momentos ha sido para el PSOE un regalo espectacular, como la play en Reyes Magos. Pero quiere Unidas Podemos que Paco Cuenca devuelva la consola porque ha descubierto que los reyes son los padres y además el chisme es de segunda mano.
Mientras nos dedicamos unos meses a debatir sobre si el exalcalde Luis Salvador es o no técnicamente un tránsfuga, por su salida del extinto grupo de Cs, los socialistas aprovechan cada día en el gobierno para tratar de poner su sello a la llamada Granada verde, un modelo que pretenden hacer exclusivo de la izquierda y, si es posible, de sus propias siglas. La suerte que tienen es que además el PP y la Junta se lo están poniendo fácil estos días.
El bipartito (PP y Cs) anunció en Granada el proyecto del Anillo Verde, que suponía rodear la ciudad con cientos de miles de metros cuadrados llenos de árboles. Ahora, el mismo día en que Cuenca se reúne en el Ayuntamiento con el representante del Gobierno español en Andalucía y anuncian inversiones millonarias en esas rutas que llamamos "del colesterol" para recorrer a pie las riberas de los ríos, la Junta de Andalucía sorprende casi a la vez con el anuncio de una licitación para sacar del cajón el viejo Cierre del Anillo, que huele a humo y alquitrán en el valle del río Darro. Por muchos granadinos que lo aplaudan y crean que es un proyecto necesario para reducir el tiempo que se tarda en circunvalar la ciudad con el coche, el PP o Cs pueden decir adiós a que alguien se acuerde de su apoyo al Anillo Verde o a cualquier otra cosa que tenga que ver con dejar el coche en casa. De un plumazo se lo han cedido del todo al PSOE. Otro regalo.
Alguno se dio cuenta de esto en cuanto salió la noticia de la licitación del estudio de viabilidad del Cierre del Anillo el lunes pasado (sinónimo de a lo mejor sí, a lo mejor no) y por eso, ni 24 horas después, el delegado de Fomento en Granada, Antonio Granados, matizó que el proyecto sería "muy respetuoso" con el entorno y que solo se va a estudiar, un verbo que está muy lejos del ejecutar.
Los socios de gobierno de Cs tampoco estaban encantados con este anuncio en una de las ciudades más contaminadas de España. Pese a la negrura que invade al partido naranja en los últimos tiempos, los que se incomodaron con la resurreción de un proyecto que trae a la cabeza ideas relativas a túneles bajo el Generalife o puentes sobre el Darro, tuvieron la lucidez de entender que volvían a caer en el viejo silogismo: el binomio árbol-bici es cosa de progres, luego el coche es de derechas. Ya lo decía claro Sebastián Pérez en las municipales de 2019, cuando aspiraba a ser alcalde: el granadino es de la Virgen de las Angustias y de ir con su coche a donde haga falta. Ambas cosas han vuelto a la agenda política.
Porque en el PP ya no inquietan sus socios en la Junta. Que protesten, para lo que les queda... Ahora toca pensar en otros socios y en el modelo Ayuso.
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