En tránsito
Eduardo Jordá
Linternas de calabaza
Recién apeado de su puesto en una ejecutiva socialista, uno de esos hombres que siempre ha estado al servicio del partido, pero sin cargos de relumbrón, me decía hace ya algunos años que habíamos entrado en un nuevo tiempo, el de la gente guapa, fotogénica y feliz. Sin la sonrisa eterna o una atractiva barbita de cuatro días que le permitiera fruncir el ceño, creía que ya tenía poco que hacer. Él, con su verbo fluido y claridad de ideas para el debate, sin necesidad de recibir argumentarios matutinos redactados por los nuevos gurús del marketing político, ya no se veía en el mercado para el reparto de sillones en su partido, ni orgánicos ni públicos. Su nombre sonaba a veces pero luego no cuajaba.
Aquella parodia de la newage de la política española –aplicable a cualquier partido– me ha venido a la mente de forma reiterada estos días al ver las imágenes del congreso federal del PSOE en Sevilla, llenas de felicidad, abrazos, posturas y selfies para salir en Instagram con el cordón rojo al cuello y en la compañía adecuada. Como si en lugar de estar ahí para marcar el rumbo de uno de los grandes partidos de Estado, estuvieran celebrando un cumpleaños o un reencuentro de amigos por Navidad.
El colofón a ese aire de fiesta que me lograron transmitir ha sido eso de las palomitas. Juan Espadas les dijo a los suyos en un mensaje que se fueran preparando para la cita del 22 y 23 de febrero en Armilla, donde está en juego el futuro del PSOE andaluz y su propio liderazgo como secretario general y futuro candidato a la presidencia de Andalucía. Se avecina un gran espectáculo, al parecer, porque les instó a coger sitio y comprar palomitas.
También metió en el jolgorio a Pepe Entrena, el líder socialista de la provincia anfitriona, que al parecer paga las copas de la fiesta. El granadino está de retirada, pero a Espadas o a cualquiera de los que se buscan ahora para competir por el liderazgo andaluz, no les vendría mal tomarse con él unas cuantas copas y conocer de primera mano algo de su forma efectiva de hacer política. Su fuerte nunca fueron las redes ni los selfies, pero ha tenido –aún lo tiene y puede ejercerlo en su sucesión– un poder con escasa contestación, producto de su habilidad para anticiparse y no menospreciar al adversario, con barbita y fotogenia. Fue mejor dejarlos escalar, pero cuanto más lejos mejor, por si tienen un traspié. Mientras, a lo que hay que estar en el terreno.
También te puede interesar