Notas al margen
David Fernández
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Mirada alrededor
Acostumbrarse a las tragedias que ocurren a nuestro alrededor –y alrededor son Gaza y Ucrania, entre otros lugares asolados por guerras diversas– es el signo fatídico que define la degradación moral de las sociedades y de los Estados que las gobiernan. Ni siquiera la comunidad de naciones ni los tribunales internacionales de justicia sirven para detener la crueldad desatada contra ciudadanos indefensos, víctimas inocentes de grupos terroristas con fanatismo religioso, o lo que podíamos calificar de terrorismo de Estado. Porque eso son las guerras, llámense como se hayan llamado a lo largo de la historia, rubricando el fracaso de la Humanidad.
Hoy, por ejemplo, cuando la televisión nos ofrece diariamente la muerte de las víctimas inocentes en Gaza –ya van por más de 35.000, entre ellos los siete cooperantes de la ONG de José Andrés, ebtre los doscientos abatidos –, por las bombas que les envía Netanyahu, que utiliza también el hambre y la enfermedad de los pobres niños en su terrorífica campaña bélica, no podemos comprender que esos crímenes sean la réplica al sangriento atentado de Hamás en Israel con más de un millar de muertos.
Los que hemos comentado, desde las décadas que dura el conflicto entre Palestina e Israel, la dificultad de llegar a un acuerdo que ya intentaron el palestino Yasir Arafat y los israelíes Simon Peres e Isaac Rabin –este último, asesinado por un fanático–, por cuyos esfuerzos de convivencia recibieron en 1994 el Premio Nobel de la Paz, no nos queda más que lamentar esta calamidad. Y, de paso, censurar no sólo el terror de Estado que está practicando Netanyahu, sino preguntarnos qué hace EE UU, el aliado de Israel, para detener este exterminio.
Esta tragedia nos ha hecho casi olvidar la invasión que otro criminal como Vladimir Putin ha llevado a cabo en Ucrania hace un año. El millonario éxodo de ucranianas y sus hijos, huyendo de la guerra, son imágenes borrosas, como las mujeres violadas, los niños muertos o los que aún mantienen sus miradas doloridas. Nos acordamos de Putin cuando nos amenaza con enviarnos sus regalos nucleares para acabar en el Apocalipsis bíblico. Claro que todos condenamos el brutal atentado del llamado Estado islámico en Moscú, pero no debemos pasar página al sufrimiento del pueblo ucraniano causado por este zar de la muerte.
Perdonen el desahogo. Pero desde la primera columna que apareció en Granada Hoy, recordaba que el alrededor que le da título, es mucho más que los límites del barrio en el que vivimos.
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