De otro color
Juan Pablo Luque Martín
Vivir en medio de la lluvia
La colmena
De pandemia a coronagripe. Gracias a la disciplina de la ciencia, no al populismo de los políticos que subestimaron el impacto mortífero del SARS-CoV-2, la pandemia del coronavirus empieza a remitir: la vacunación masiva que se está desarrollando a contrarreloj en los países más avanzados (y con recursos) está desinflando la cuarta ola sin que se hayan rebasado los picos de muertos y contagios de las anteriores.
Nos ha costado más de un año pero lo hemos aprendido: los confinamientos, el aislamiento social, las medidas de protección y las restricciones de movilidad han sido fundamentales para batallar contra el virus pero insuficientes. Improvisados parches de contención. Tanto que llevamos un año hablando de "milagros" y de "focos negros" en regiones y ciudades sin más evidencias científicas que la especulación. Ha ocurrido con Alemania o Portugal, con Galicia o Valencia y, en Andalucía, con Granada o Málaga oscilando en la parte alta o baja de los rankings.
Esta misma semana, Andalucía planea fijar la hoja de ruta de la cuarta desescalada y casi la única duda es si la apertura de la movilidad entre provincias se aplicará de inmediato (1-2 de mayo) o se esperará al siguiente fin de semana (9 de mayo) en coincidencia con el fin del estado de alarma, el toque de queda y el cierre de las comunidades autónomas. Precisamente aprovechando una visita a Granada, el presidente de la Junta ha insistido en la necesidad de ser extremadamente prudentes: los datos epidemiológicos pueden cambiar en cuestión de días y hay zonas donde la incidencia y la presión hospitalaria sigue siendo preocupante.
¿Se quedará descolgada Granada? La investigación sobre el Covid-19 ha logrado un hito impensable hace un año con el desarrollo de las vacunas en tiempo récord -especialmente las de la tecnología ARN mensajero que se han revelado con eficacias máximas y contraindicaciones mínimas- pero el virus de Wuhan mantiene aún preocupantes zonas oscuras de desconocimiento: una tiene que ver con la mejora de los tratamientos (se está avanzando pero sin la solidez de las farmacéuticas con la inmunización) y otra con el propio conocimiento del virus. De su origen y de su comportamiento; de su impacto en los diferentes grupos de población y de su diferente nivel de expansión atendiendo a criterios geográficos, climáticos e incluso sociales y urbanísticos. De la constatación de que la población mayor ha sido la más vulnerable a las UCI que en esta cuarta ola se están llenando de jóvenes.
Vacunación y recuperación económica: Los esperados proyectos de "reconstrucción" que empiezan a acaparar el debate en las instituciones... Es evidente que son los dos desafíos inmediatos que tenemos como sociedad, que deben asumir nuestros gobernantes como gestores de lo público, pero es un planteamiento cortoplacista (y peligroso) si no entendemos que el mortífero año del coronavirus no ha sido más que el principio de una nueva humanidad (de la "vida entre pandemias" que especialistas de múltiples áreas intentan vislumbrar) y entendemos que habrá "normalidad" pero no absoluta y, sobre todo, no idéntica a la que enterramos el 31 de diciembre de 2019 cuando China descubrió al mundo la existencia del SARS-CoV-2.
Convivir con el Covid probablemente signifique tener que incorporarlo a la cartilla anual de vacunación a modo de coronagripe, pero será otro parche -como las órdenes de restricciones del BOJA que han funcionado como los frustrantes planes de choque de la operación bikini- si no entendemos que nos enfrentamos a cambios mucho más radicales y profundos. Desde nuestros hábitos de convivencia más personales al desafío medioambiental de nuestras ciudades y el futuro geoestratégico de industrias glocales como el turismo. ¿Subidas masivas a los ochomiles del planeta? Acaba de ocurrir en el Annapurna en pleno Himalaya. Pienso en Sierra Nevada, en la amenaza de innovar sin calibrar las consecuencias y en tantas tentaciones que deberemos contener (entre todos) para no querer correr más de la cuenta. Toca desescalada, pero no descontrol.
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