Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
La ciudad y los días
Lo he contrastado en varias fuentes porque cuando lo leí pensé que era una de tantas trolas que circulan por las redes. La Universidad de Nottingham ha alertado a los estudiantes sobre Los cuentos de Canterbury porque en ellos hay “expresiones de fe cristianas” además de otros “contenidos sensibles”. Lo hace en “defensa la diversidad, porque su cuerpo estudiantil está compuesto por personas de todas las religiones y de ninguna”. También porque “incluso aquellos estudiantes que son cristianos practicantes encontrarán en Chaucer aspectos de la cosmovisión de finales de la Edad Media alienantes y extraños”. Parece mentira, pero es cierto. Ni aun leyendo algunos titulares de la prensa británica –“Nottingham University issues trigger warning for ‘Christian expression’ in Chaucer’s Canterbury Tales”, por ejemplo– me acabo de creer que se pueda ser tan imbécil.
La Sociedad Religiosa de la Universidad ha protestado advirtiendo que “es profundamente preocupante para todos los estudiantes advertir de que las creencias cristianas, que son fundamentales no solo para muchos estudiantes universitarios, sino también para los fundamentos intelectuales y culturales de la historia inglesa, son de alguna manera ofensivas o dañinas para los demás”.
Hasta ahora los Cuentos de Canterbury habían sido censurados por sus desenfadados y explícitos contenidos sexuales. La novedad es que ahora lo escandaloso es que contienen “expresiones de fe cristiana”. Este es el nuevo tabú, la nueva transgresión, el detalle de mal gusto que puede ofender no solo a los no creyentes o a quienes profesen otras religiones, sino incluso –como la Universidad advierte– a “aquellos estudiantes que son cristianos practicantes”. Por este camino solo los paganos podrán leer a Homero y a Virgilio, solo los judíos a Gershom Sholem (¡y no digamos el Pentateuco!), solo los musulmanes a Ibn Hazm, solo los taoístas a Lao-Tse y solo los budistas a Siddhartha Gautama porque, por lo visto, la presencia de una religión en una obra la hace ofensiva para quienes practican otra o ninguna.
Aunque cabe la posibilidad de que solo el cristianismo sea ofensivo porque para la (in)cultura woke la censura de las otras religiones sería un signo de xenofobia e intolerancia que ofendería el espíritu multicultural. Solo José Mota puede definir esta situación: “¡Tú eres tonto del to’… No pa’ un rato… Del to’ y pa’ siempre!”.
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