Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Hemos sabido de un gravísimo caso de torturas, agresión sexual y vejaciones cometidas supuestamente por trabajadores del centro de menores de Ateca (Zaragoza); han sido detenidos el director y cuatro trabajadores. El centro acogía a adolescentes bajo la custodia del Gobierno de Aragón, Baleares y País Vasco y estaba especializado en atender a menores con problemas de conducta.
Hay que señalar que el centro ha sido cerrado por orden judicial; al parecer eran prácticas llevadas a cabo desde hace algún tiempo. A falta de conocer el desarrollo de las investigaciones oficiales y del proceso judicial en marcha para poder tener una posición definitiva, cabe expresar un sentimiento de horror e indignación ante unos hechos que, de confirmarse, ponen los pelos de punta a cualquier persona.
Y es que cuidar a los menores con problemas de conducta o a quienes necesitan la protección por cualquier otro motivo es un asunto de enorme importancia que queda bajo la responsabilidad y la tutela de las administraciones públicas y, también, de los profesionales que prestan este servicio en nombre del Estado.
Estoy convencido que la práctica totalidad de los y las profesionales hacen un trabajo digno de elogio y que rechazan profundamente hechos de esta naturaleza como los denunciados en el centro de Ateca y, lamentablemente, se puede ver perjudicada su imagen y su buen hacer por casos como este. Y es importante señalar el buen trabajo realizado por el colectivo de profesionales y, además, agradecerlo.
El caso de Ateca debe servir para incrementar los controles y dedicar los recursos necesarios para que hechos de este tipo no puedan suceder nunca, pues cuidar a los menores adecuadamente es un asunto muy serio. Es una obligación que requiere priorizar políticas públicas con la dotación de los medios necesarios para los fines de estos centros.
Si los profesionales detenidos y acusados de estas torturas y vejaciones resultan culpables, deberá caer sobre ellos todo el peso de la ley y nuestro mayor desprecio. Las víctimas y sus familias merecen todo nuestro cariño y solidaridad.
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