Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Escribo esta tribuna con enorme dolor por las consecuencias de la catástrofe ocurrida en Valencia la semana pasada y que ha generado un número terrible de personas fallecidas y desparecidas, al tiempo que un daño inmenso en infraestructuras, viviendas, negocios y empresas de aquella comunidad.
El Estado trata de paliar y recuperarse de los daños causados con la colaboración de miles de personas voluntarias que expresan una solidaridad inmensa con los municipios afectados. El Estado está presente porque Estado son los ayuntamientos, las diputaciones, la comunidad autónoma y el Gobierno de España.
La pérdida de vidas es algo desgraciadamente irremediable, mientras la recuperación de los daños será posible aunque sea muy costosa en tiempo y en recursos. Pero uno de los efectos de la DANA, que puede pasar desapercibido, se refiere a la erosión del modelo de Estado descentralizado que tenemos en España tal como se definió en la Constitución de 1978.
La descoordinación (sea real o no) entre los organismos públicos del Gobierno de España y de la Generalitat Valenciana aparece estos días como una evidencia ante la ciudadanía, generando malestar general y una enorme indignación entre la población directamente afectada. En este contexto, los populismos de extrema derecha aprovechan para denigrar el Estado de las Autonomías y a la propia democracia.
En mi opinión, la manera de organizar y gestionar las respuestas ante futuras catástrofes no debiera ser igual. Algo hay que cambiar para evitar que puedan darse situaciones de descoordinación y/o falta de atención a los informes de alerta de los organismos técnicos por parte de las autoridades públicas.
Políticamente, existe un reto de gobernanza para un Estado descentralizado que la ciudadanía ya percibió en la gestión de la pandemia por la Covid-19 y percibe en los primeros días de la gestión de la catástrofe por la DANA. Es un asunto serio que habría que atender cuando toque porque, ahora, lo primero es atender a las víctimas y a las poblaciones afectadas. Pero si no se atiende a la desafección hacia el Estado de las Autonomías, tendremos más problemas y puede que más serios. Habrá que seguir reflexionando en futuras tribunas.
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