Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Fue el lojeño Ramón María Narváez; quien ocupó hasta siete veces la presidencia del Consejo de Ministros, bajo el reinado de Isabel II, entre 1844 y 1868- el que afirmó que “gobernar es resistir “, es decir, que ni siquiera esa frase y actitud es en absoluto original, nuevamente puesta de moda por un apócrifo gobernante, con grotesco disfraz democrático y en nuestro tiempo; ese en que hace ya casi medio siglo que España superó la última de las dictaduras de su historia contemporánea; no pudiendo considerarse, pues, originalidad alguna en el actual presidente del (des)Gobierno de España, Pedro Sánchez. Su Manual de Resistencia, libro fruto de un encargo a una periodista gris, que lo ejecutó sin la apetecida brillantez, y sí la pretensión de encomiar el esfuerzo por alcanzar las personales ambiciones, pero desprovista esta lucha de cualquier noble razón y sincera entrega en el servicio a los demás conciudadanos y en ellos a la patria común y al estado que la representa y articula. Muy al contrario, se trata –y así lo consideramos muchos– sólo de un relato en el que se enaltece la codicia, el anhelo desmedido, la ambición personal por satisfacer un ego ilimitado y muy seguramente enfermizo.
A Antonio Maura –quien, siendo conservador, supo cabalgar entre las filas del liberalismo y que ocupó, hasta en cinco ocasiones, la Presidencia del Consejo de Ministros– se le atribuye la máxima de que “una cosa es estar en el Gobierno y otra es gobernar”, que es lo que estamos viendo claramente que sucede ahora con Pedro Sánchez y sus numerosos y costosos acólitos ministeriales. Pues, por estar en el Gobierno, por disfrutar de los honores y las prebendas que ello conlleva y hasta de disponer de su situación política y socialmente privilegiada, vemos usar esa atalaya por miembros de la familia, que disponen, así, de una sede social para las empresas económicas que acometen que, con gran escándalo social, llegan a apestar a corrupción moral, ética y hasta estética, sin ni siquiera pagar, en contrapartida, gobernando con la entrega que debe suponer dirigir la nave de ese Gobierno, prefiriéndose, mucho más, ser lapa en el casco del buque común: aliado con otras mezquinas y dañinas alimañas que, como pulgones y garrapatas, chupan la sangre ajena, sin importar las infecciones y carencias que provocan en el cuerpo común.
En las últimas semanas, los españoles estamos siendo testigos de cómo la demolición del Estado igualitario que hemos disfrutado hasta hoy se encuentra no sólo sin obstáculo gubernamental, sino, muy al contrario, con la ayuda y anuencia de los que son capaces de vender el orden político y abrir brechas distanciadas entre los derechos y las oportunidades igualitarias de toda la ciudadanía, en beneficio de sólo de una parte ¿O no?
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