Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Esa figura de los llamados “pisos turísticos” ha venido a irrumpir en el mercado de ese importante sector económico de nuestro país y ha sorprendido a los legisladores, que parecen estar en Babia. Y no me refiero a esa preciosa comarca leonesa sino al modo laboral e intelectual en que hace bastante tiempo se hallan nuestros legisladores, causado especialmente a mi entender, por efecto de un (des)Gobierno prácticamente inactivo a la hora de remitir proyectos de leyes al Congreso de los Diputados, distraído en la pura acción política por encima de cualesquiera otras, más útiles y necesarias, sin duda. Pocas leyes se hacen y las pocas que se aprueban suelen ser bastante discutidas, estando desatendidos aspectos muy destacados de la actividad ciudadana, como es el caso de este asunto que hoy traemos a estas líneas, sobre los llamados “pisos turísticos”
Sabido es que es diverso el uso que se da a las diversas partes de un edificio. Lo habitual es que, a partir de la primera planta, sea muy frecuente que los pisos estén dedicados a vivienda, en algunos otros casos se destinan a oficinas de negocios, despachos profesionales y desde hace muy poco tiempo se destinan, también, a alojamientos turísticos, una nueva forma de albergue para viajeros que entra en franca competencia con los establecimientos hoteleros.
El trasiego que causa el continuado paso de transeúntes en las casas de este tipo de pisos ha generado situaciones de evidente enfrentamiento, entre los dueños de los inmuebles dedicados a albergue de tránsito para turistas y los demás habitantes de estos edificios, que aducen problemas de inseguridad, ruidos y otras molestias que afectan, según afirman, directamente a la paz y la tranquilidad que son deseables en los hogares permanentes de cada ciudadano, sea o no propietario, sea o no inquilino. Ahora, hace unos días, asociaciones vecinales del Albaicín, denuncian lo que, a simple vista podría ser una situación, en este citado barrio, cuya brutal descompensación podría hacer inhabitable esta parte de la ciudad que, no obstante, sigue con la consideración de Patrimonio de la Humanidad.
Dicen los albaicineros –el caso es extrapolable a otros populosos barrios de otras ciudades de nuestro país– que contando con unos siete mil habitantes, se están ofreciendo hasta siete mil doscientos pisos con destino y negocio de hospedaje turístico. Si eso es así, ciertamente, los legisladores están tardando en poner orden normativo sobre este asunto, en el importantísimo sector turístico, que es, seguramente y hoy día, de los más destacados sectores productivos en nuestro país Y no vale cerrar los ojos ante este acuciante problema ¿O no?
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