En tránsito
Eduardo Jordá
Linternas de calabaza
Habrá sin duda lectores que me traten de demagogo, trasnochado o corto de miras, pero ha sido enterarme de que se van a invertir casi cinco millones de euros de dinero público (3,4 millones el Ayuntamiento de Granada y un millón entre Diputación y Junta, servicio de cáterin aparte) en pagar viajes, estancias y comidas a los actores que van a estar en la gala de los Premios Goya, y mi ánimo se ha visto chapaleando en un auténtico tremedal de zozobra. Yo no digo que las instituciones paganas no se mojen pero… ¡cinco millones! ¿Ustedes saben cuántos actos culturales dirigidos a los granadinos se pueden organizar con cinco millones de euros? Seguro que más de uno también me calificará de cateto. Y quién me recordará el subidón de imagen que Granada va a tener con que dicho acto se celebre en su Palacio de Congresos. Pero creo que ya está bien el justificar eso de ‘vender Granada’ cada vez que se tira el dinero de los contribuyentes en campañas y actividades inútiles. Me duele la boca de decir que Granada no hacer falta venderla porque se vende sola.
Tampoco faltará gente que diga que el acto va a tener un impacto económico sobre la ciudad importante. Eso es una verdad a media porque la mayoría vienen de gañote y se lo pagamos nosotros, según el convenio firmado por el Ayuntamiento y la Academia del cine, que es la que organiza el cotarro. Así que si esa gente vanidosa e irreal del séptimo arte decide que su gala se celebre aquí, estupendo, no se le cierra las puertas a nadie, pero que se lo paguen ellos de su bolsillo y no con el de los granadinos. Los políticos ya se sabe, con tal de apuntarse un tanto y hacerse una foto con la actriz de moda, despilfarran el dinero de los contribuyentes, a los que luego, en pleno zumbido de la cantaleta, quieren convencer de que ese desembolso era necesario. Pues no. No es necesario. Granada puede pasar perfectamente sin la gala de los Goya. Se trata de un sector privilegiado que mueve muchos millones de euros y cuyas galas solo sirven para darse autobombo y, si viene el caso, protestar durante sus discursitos por alguna de las guerras que hay en el mundo. Luego se van a dormir de gorra a un hotel de cinco estrellas. Espero que ese agujero al presupuesto municipal causado por el acontecimiento no lo quieran tapar con multas e impuestos a los ciudadanos.
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