Érase una vez
Agustín Martínez
Presupuestos?‘destroyer’ para Granada
ayer y hoy
Conocido y muy entrañable es el suceso ocurrido en mayo de 1539 en Granada; no junto a la Puerta de Elvira o cerca de la que hoy llamamos Cruz Blanca, como la tradición mantiene, sino en la Capilla Real que es donde iba a ser enterrada la que fuera hermosa esposa de Carlos V, Isabel de Portugal. Fue en este templo real, frente a la casa que me vio nacer, donde Francisco de Borja, Duque de Gandía, abrió el féretro y contempló con horror el cadáver descompuesto y maloliente de la que fuera su amiga muy querida y muy guapa.
Unos años después, en 1546, muere su esposa, Leonor de Castro; esto supuso el golpe definitivo para que Francisco de Borja, Duque de Gandía, Marqués de Lombay, Virrey de Cataluña y con sus ocho hijos ya casados, abandonara todos sus títulos honoríficos, cambiara sus lujosos vestidos, tomara la humilde sotana e ingresara en la Compañía de Jesús animado por el propio fundador y amigo, Ignacio de Loyola, y sumido en un profundo desengaño.
La ejemplarizante vida del santo de Gandía y el duro impacto ocurrido en la Capilla Real de Granada sirvió como fuente de inspiración de múltiples obras teatrales que vieron la luz sobre todo a partir de su canonización ocurrida en 1671. Ya el canto de su primera misa en el castillo de Loyola hubo de celebrarse al aire libre al concurrir miles de fieles. Pero lo que resultó espectacular fue la cantidad de obras literarias, poemas, comedias, autos sacramentales que la vida del santo inspiró y todas con evidentes tintes ejemplarizantes.
Tal vez la primera y en la que se basaron luego algunas obras posteriores fue la que escribió en 1640 el jesuita mejicano Matías Bocanegra, titulada San Francisco de Borja. Fue aquí donde se recoge por vez primera esa alusión que el autor pone en boca del santo y que luego ha mantenido la tradición popular: "La emperatriz hermosa era /y ahora una desnuda calavera…/ aquí paró tan verde primavera / no más servir señor que se me muera".
Se cuentan por docenas las obras de inspiración borjiana. Pero sí se puede aludir a otra escrita por el también jesuita Diego Calleja que, refiriéndose al suceso acaecido en Granada ante el cadáver de la emperatriz, titula su obra El Fénix de España y hace un curioso paralelismo entre el ave fénix y el renacimiento espiritual de Francisco de Borja, que también resucita al contemplar las cenizas de la que fuera hermosa Isabel. El diálogo entre dos personajes de la obra, Carlos V y el propio Borja, se desarrolla así: -Carlos V: "¿El ver difunta a mi esposa os dio el desengaño? -Borja: "El ver su cadáver fue mi vida". -Carlos V: "Fénix de España seréis, pues de tan nobles cenizas a renacer empezáis". La obra termina con ese doble retiro físico y espiritual de dos queridos amigos: Carlos V al Monasterio de Yuste y Francisco de Borja a la Compañía de Jesús. Tal vez sea el santo de Gandía el que mejor encarna con su ejemplo ese sentido de la vanitas humana, el desengaño ante lo efímero, la fugacidad de la hermosura, el poco valor de las cosas terrenales. Interesante ejemplo en época de abundante y descarada corrupción.
Terminemos recordando el auto sacramental El Gran Duque de Gandía que se atribuye a Calderón de la Barca y otra de las comedias que los especialistas han destacado. La que en 1676 escribió Melchor Fernández de León titulada San Francisco de Borja, Duque de Gandía. El pasaje en alusión al suceso de la Capilla Real de Granada dice así: "…y llegando dentro del panteón funesto / para hacer la entrega, abrió / la caja en que iba, y viendo / que de seis días se había vuelto / tan afeado lo lindo / tan horroroso lo bello / nada lo que antes fue santo / polvo lo que se vio cielo, / lo despertó el desengaño…". Recuerda, hermano; pulvis eris (Génesis, 3, 19).
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