El economista y los futbolistas

03 de julio 2024 - 03:08

Lo he contado ya en una columna, pero Internet aún estaba en mantillas y no había empezado a utilizarse en España, por lo que aquel texto sería hoy difícil de encontrar si no es consultando los periódicos de papel en una hemeroteca. Me da mucha pereza ir en busca de esa columna, además de que puedo perder mucho tiempo buscándola, pero me acuerdo de que iba de la selección española de fútbol y de un importante premio nobel que había venido a Granada invitado por la Universidad. Corría el año 1995, cuando vino la selección española a jugar un partido internacional en el Nuevo Los Cármenes, que acababa de inaugurarse. En el vuelo regular desde Madrid venían los integrantes de la selección y ese importante economista llamado Robert Solow, considerado como uno de los grandes pilares en los que se asienta la economía moderna y que había obtenido recientemente el Premio Nobel. A mí me habían sugerido que fuera a entrevistarlo al mismo aeropuerto porque después no tendría mucho tiempo para atenderme. Así lo hice. Nada más salir del lugar donde se recogen las maletas lo abordé y juntos iniciamos el camino hacia la salida del aeropuerto. En la misma puerta había más de un centenar de personas que aireaban banderas y proferían gritos de ánimo, a la vez que nombraban a voces a sus jugadores preferidos. Cuando Robert Solow se dio cuenta de que aquella pequeña multitud de personas habían ido a recibir a los futbolistas, dijo con un tono de ironía: “Voy a dejar la Economía y voy a aprender a meter goles”. Y luego puso en su rostro una beatífica sonrisa. Aquello me dio que pensar.

El domingo pasado, mientras estaba en mi casa viendo el partido, cada vez que España metía un gol se oían los gritos de los aficionados de todas las casas adyacentes. Entonces me pregunté: ¿Por qué no gritamos de alegría cuando un médico encuentra una vacuna que puede salvar vidas, un científico descubre algo que es importante para la sociedad o un intelectual nos muestra un camino para encontrarnos a nosotros mismos? ¿Por qué se adora tanto a esos jóvenes que meten goles en una portería y no se adora con la misma intensidad a todos esos hombres y mujeres que intentan hacer un bien a la humanidad?

Dicho todo esto, yo seré de los que griten gol con todo el entusiasmo del mundo el viernes si los futbolistas españoles consiguen meter la pelota en la portería de los alemanes. ¡España! ¡España!

stats