
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
El asceta de la izquierda
palabra en el tiempo
DE los que perseveran en la desgracia se suele decir con cierta mala uva que si pusieran un circo les crecerían los enanos. Los enanos de los socialistas de Granada hace tiempo que han superado el 1,80 y conforme transcurren los meses y van sumando nuevas adversidades se acercan a la talla de pivot. ¡Los enanos más altos del mundo! Por si faltaba algo a la olla podrida de las obras a medio cocer ayer supimos que Fomento de Construcciones había notificado la baja a un número de trabajadores por determinar (quince según el ministerio) del tramo Lobres-Taramay en la A-7. Las cartas de despido han llegado a su destino. El PSOE dice que es cuestión de ritmos de trabajo. Que hay un ritmo de verano, movidito, como las canciones Georgie Dann, y otro de otoño, tornadizo, como las castañas pilongas. Como ya tenemos experiencia en tramos en marcha, a medio gas y desgasificados, la menor incidencia nos deja sin habla. ¿Presiones de la empresa? ¿Despistes administrativos? La A-7 a su paso por Granada parece una maldición más que una autovía. O uno de esos ejemplos que ponían los filósofos presocráticos para demostrar la inexistencia del movimiento.
La altura de los enanos es aún más siniestramente alta si tenemos en cuenta que estamos a menos de un mes de las elecciones y a cinco de las autonómicas. Los socialistas tienen atascadas varias obras claves. Y los enanos no paran. A ver qué explicaciones dará el PSOE ahora a los alcaldes y a los votantes de la Costa si finalmente se estanca la obra.
Ha costado dios y ayuda que la Consejería de Obras Públicas admita que los trabajos del Metro están paralizados. Ha costado un poco de angustia suplementaria reconocer que no hay fondos siquiera para avalar el crédito de 260 millones de euros ante el banco de crédito europeo. Ha sido necesario un esfuerzo presupuestario tremendo para incluir una pedrea de 30 millones para que las constructoras no huyan y prosigan hasta marzo. La ciudad patas arriba y los tajos abandonados conforman un panorama absolutamente desolador. De los millones del Centro Lorca no hay ninguna pista, y ahora hemos sabido que también hay dificultades para liquidar a la constructora el distribuidor norte que lleva terminado desde octubre pero cerrado a la circulación.
Entre este siniestro panorama y el baile ilusorio de millones en que hemos participado hace unos días con motivo del (supuesto) Corredor Ferroviario, hay la misma diferencia que entre una novela de realismo sucio y una fantasía animada de Disney. ¡Qué ilusos somos! Hemos discutido sobre millones del futuro sin importarnos las miserias del presente. Hemos soñado con rascacielos en un país de enanos talludos.
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