Espadas en el país de las maravillas

El balcón

27 de julio 2024 - 03:07

Juan Espadas empieza a oír gruesas críticas a su gestión. “No estamos bien”. Ve caras de pocos amigos incluso en su ejecutiva, pero quiere seguir liderando el PSOE andaluz. En su entorno hay quien insinúa que su plan es enfrentarse a Juan Manuel Moreno dentro de dos años… para ganarle a Susana Díaz. De momento, está haciendo un Biden, nadie le convence de un relevo para debilitar la confortable ventaja del PP en la opinión pública. Hace tres semanas, Joe Biden aseguró que la única posibilidad de que abandonase la carrera presidencial era que el señor todopoderoso se lo pidiese.

Plantu dibujó en Le Monde en los 80 al presidente Mitterrand diciendo a alguien: “¡Appelle moi Dieu” (llámame dios). Años después, en España conocimos una conversación en la que el guerrista Chiqui Benegas se refería a Felipe González como dios. El todopoderoso que podría pedirle a Espadas que se retirase es quien lo puso ahí, para destronar a Susana Díaz, tachada ahora como furiosa reina de corazones que traiciona a su partido por haber aceptado de un alcalde del PP ser investida hija predilecta de Triana. Nada similar dijo esta dirección cuando Rafael Escuredo recibió la medalla Manuel Clavero, ofrecida por un presidente popular de la Junta.

Espadas vive en el país de las ilusiones, como secretario del PSOE regional y jefe de la minoría socialista en el Senado. Pero en el comité director la semana pasada tuvo que oír que su pluriempleo le quita dedicación a Andalucía y contamina su imagen al tener que defender concesiones a los independentistas. Parece haber encontrado en la rehabilitación de Manuel Chaves combustible para prolongar su posición. Otro reproche es que su partido no está para revanchas internas. Considerar a Susana Díaz culpable de la defenestración de Chaves y Griñán es ignorar que César Luena, secretario de Organización de Sánchez, le pidió en noviembre de 2014 las actas de diputado y senador a los expresidentes y planteó suspender su militancia.

Espadas intenta espolear a sus 45.000 militantes con arengas como que todo lo de los ERE ha sido un montaje del PP: hay muchas mentiras del PP, pero hubo un fraude en Empleo. Su misión, además del consumo interno, es recuperar a un millón cuatrocientos mil votantes que ha perdido su partido desde las mayorías absolutas de 2004 y 2008. En el comité director se le dijo que no hay una estrategia reconocible más allá de la escucha activa y el gobierno en la sombra. De momento, él está como el sombrerero de Lewis Carroll, atrapado en el tiempo.

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