La esquina
José Aguilar
Un fiscal bajo sospecha
En la lucha por el poder la Historia, con mayúscula, siempre nos dice que hay dos bandos enfrentados, y por mucho que se hable sobre la decadencia del bipartidismo, al final siempre hay dos partes que aspiran a llevarse la corona, el gobierno o lo que se quiera. Quizás sea una reminiscencia evolutiva de lo del macho alfa. A lo mismo si hubieran sido las hembras las gobernantas la cosa fuera distinta pero no quisiera entrar en tales disquisiciones.
La cuestión es que en pocos días los vecinos de allende los Pirineos tendrán que elegir entre el nuevo frente popular y la nueva extrema derecha gabacha y si no hay ganador claro, hay una segunda vuelta con solo dos candidatos, no vamos a complicar la cuestión. En noviembre los yanquis tendrán que elegir entre demócratas o republicanos. No conozco sitio en el planeta azul donde la cosa no acabe en un duelo entre dos. Quizás en alguna película del Oeste hubiera algún pistolero extra.
Los romanos lo intentaron con lo de los triunviratos que siempre acababa con la cabeza cortada de alguno, como Pompeyo, y luego Craso se perdió por las arenas de Siria y nos quedó el divino César. El segundo intento acabó con Marco Antonio y Cleopatra eliminados por Octaviano, futuro emperador Augusto, mientras Lépido salvó la cabeza viviendo retirado de la vida pública. En las sucesivas crisis del imperio se intento una tetrarquía, dos por dos, que tampoco sirvió de mucho, al final se acabo dividiendo el imperio. En Esparta también había dos reyes que no terminaban muy bien. Siempre hay uno que quiera llevarse el premio.
Las ciencias avanzan una barbaridad pero la lucha por el poder parece querer seguir siendo cosa de dos pero solo uno acaba sentado en el sillón. El macho alfa. Fíjense ustedes que en Cataluña van a estar todo el verano que si Salvador, el nombre viene que ni pintado, tiene que pactar con quien sea, pero la cuestión es que Puchi, el fugado, quiere mandar en solitario. Y en España estamos con que si Sánchez tiene un gobierno múltiple cuando en realidad se hace lo que a él se le ocurre por mucho que proteste el gallego Feijóo.
Quizás no ha advertido el señor Feijóo que para quitar al supremo y puto amo no hay nadie mejor que alguien de su proximidad. Ya ven a César al final lo remató su hijo adoptivo, Bruto. Pero no aparece ningún postulante entre las filas prietas socialistas para emular tales tareas. Emiliano tiene cara de buena persona, la verdad. O a lo mismo es que Alberto está más preocupado de la madrileña Isabel que, oigan, tiene el nombre de algunas reinas de España. La Historia, hasta con las minúsculas hispánicas, es fascinante. Vale.
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