En tránsito
Eduardo Jordá
Linternas de calabaza
Más de 180.000 andaluces confiaron el pasado junio en un tal Alvise Pérez –nombre artístico del sevillano de 34 años Luis Pérez Fernández– para que represente y defienda nuestros intereses en el Parlamento Europeo, un foro político e institucional con creciente trascendencia en nuestras cuestiones del día a día. Mucho se ha dicho y escrito ya desde entonces sobre esta preocupante sorpresa política, que ha fraguado su éxito en el descontento popular con el sistema. Pero la actualidad nos desvela ahora detalles escabrosos e intereses ocultos.
Todo parece cada día más difícil a ojos del ciudadano de a pie, los precios por las nubes, los impuestos, la zona azul y las restricciones al tráfico, cuatro cubos de basura para reciclar cuando las grandes empresas contaminan sin pudor, la burocracia, la falta de citas médicas… Y los políticos a lo suyo, con sus peleas por controlar instituciones y sus chiringuitos. “¿A donde vamos a llegar?”, me preguntaba esta mañana José Manuel, una de las millones de personas que se consideran sufridoras de un sistema injusto y desquiciado.
Al calor de todo esto es recurrente la aparición de charlatanes que se alimentan del cabreo colectivo. Unos prometen inversiones lucrativas sin tener que pasar por caja del Estado vía impuestos y otros piden el voto para acabar con la fiesta de los políticos de casta. Así se llama el partido de Alvise, Se acabó la fiesta, aunque se le pasó explicar que el objetivo era empezar su propia parranda y la de sus amigos, con millones de invitados que pagan para quedarse luego en la puerta. Todos esos listos tienen en común y se diferencian de otros representantes del populismo histórico en que saben aprovechar las redes sociales, un campo abonado para sus fines.
Ahora hemos sabido que todo está conectado. Alvise fue financiado bajo cuerda por uno de esos pillos que vende humo moderno, rentabilidad desmesurada en forma de criptomonedas y sin contribuir al fisco. El problema es que en el camino se han quedado miles de afectados, directa o indirectamente. Inversores que confiaron en un personaje que se las daba de experto pero se comunicaba a través de Youtube o meros empleados de negocios que se han ido a pique por la ruina de la presunta estafa piramidal. Lo mismo algunos votaron a Alvise, porque la vida a veces parece un guion de cine negro. O de telenovela, con perdón de tan honorable género por la comparación.
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