La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
De reojo
EN 1924 el economista ruso Nikolái Kondratiev aireó la teoría de los ciclos. En su opinión, el capitalismo se regenera en periodos que oscilan entre 48 y 60 años, con ondas expansivas de aproximadamente cinco lustros y etapas similares de descenso que conducen a la crisis, de la que se sale con grandes inversiones de capital y la aplicación de nuevas tecnologías. Kondratiev acertó y durante el siglo XX fueron legión los que validaron su idea, incluidos colegas de la escuela austriaca y abuelos del neoliberalismo, como Joseph Schumpeter. Kondratiev, sin embargo, lamentó mucho su rapto de inspiración, especialmente cuando oyó comentar que establecer la capacidad de mutación y renacimiento del capitalismo suponía desafiar a Stalin y a la tesis oficial soviética, según la cual el capitalismo estaba destinado a desaparecer destruido por sus contradicciones internas. Aunque se arrepintió públicamente del 'crimen', lo encarcelaron durante ochos años. En septiembre de 1938, tras cumplir el último día de condena, fue juzgado por segunda vez, sentenciado a muerte y fusilado en su celda.
Paul Mason, redactor jefe de economía de Channel 4 News, recupera la figura de Kondratiev en un libro, Postcapitalismo, donde recuerda que se han superado depresiones con la aparición de máquinas de vapor y ferrocarriles (primera mitad del XIX), con la electricidad y las telecomunicaciones (finales del mismo siglo) o con el Plan Marshall, los motores de turborreacción y los transistores (tras 1945). ¿Por qué -se pregunta- se tarda tanto ahora en superar la crisis iniciada en 2008? Y él mismo responde: porque los poseedores del dinero y quienes representan sus intereses en política decidieron que "una economía moderna es incompatible con una clase obrera organizada". Así que atomizaron la sociedad y desprestigiaron, cuando no destruyeron, a los sindicatos, y, con ellos, el poder de negociación de las masas. A eso hay que añadir la domesticación de muchos partidos socialdemócratas, a cuyos dirigentes se engolosinó o convenció para defender que no hay vida fuera de la globalización neoliberal. Una vez logrado el objetivo, muchos países desarrollados aprovecharon la recesión para abaratar el despido e imponer el desempleo masivo. ¿El resultado? Es más cómodo y menos arriesgado salir de la crisis con sueldos míseros y el sacrificio del Estado de Bienestar que innovando y creando tecnología. He recordado a Mason y a Kondratiev tras leer la noticia de que sólo 2.000 granadinos menores de 35 años han encontrado trabajo desde que se inició la recuperación en 2013 y de que sus salarios se han reducido un 22,8% y establecido en 771 euros mensuales. ¡La prueba del 9!
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