Graduaciones

28 de junio 2024 - 03:08

Eesto de las graduaciones se nos está yendo de las manos. Por razones que no vienen al caso, me he visto estos días en la obligación de buscar un salón de actos, teatro, o recinto similar y ha sido misión imposible. Hasta el del último de los pueblos de área metropolitana estaba ocupado con las dichosas graduaciones.

Este fenómeno está siendo objeto de numerosos análisis, algunos absolutamente desternillantes, como el que ha hecho furor en la red social X, a cargo de @FPJ_Loretta, que lleva miles de reproducciones y me gusta.

Y es que con las graduaciones está ocurriendo un poco como con las ceremonias de bodas no religiosas, donde en lugar de la homilía del sacerdote, salen dos amigas de la novia, dos del novio y un señor de Cuenca y todos leen algo –normalmente con muchos nervios y lágrimas– que empieza por “recuerdo aquél día que me dijiste que habías conocido a alguien muy especial...” y lo que sigue continúa entrecortado entre sollozos y miradas de complicidad con los novios, hasta provocar el total ‘allipori’ de los asistentes. Es importante que esto dure no menos de 20 minutos por lector.

Porque lo de la duración interminable es fundamental, los motes de cada profesor, lo que hicieron en cada excursión, las bromas que se gastaron y quién se cayó por un barranco el día del trekking. Sumemos el profesor guay que le dedica un recuerdo enternecido a cada puñetero alumno de su tutoría, las actuaciones musicales, los videos, los coros y danzas, la sección del ballet ruso que ha venido de intercambio y la entrega de diplomas, insignias y togas, más las de los premios especiales a los alumnos más destacados según criterios ‘random’ y así sucesivamente hasta la desesperación total de padres, amigos y deudos en general

A veces me pregunto cómo pudimos sobrevivir los que no tuvimos ‘graduación’ nunca, ni en la Universidad. Pero bueno, eso de celebrar actos pomposos hasta al acabar parvulitos, es un episodio más de ‘tradiciones de toda la vida implantadas ayer’. A este ritmo van a salir de la ESO con más títulos que Felipe VI. Eso si ataviados con la ropa de Nochevieja, tuneados de peluquería y con unas ceremonias, al lado de las cuales, la coronación del rey de Inglaterra es un espectáculo sobrio, por no hablar de los discursos, que producen vergüenza ajena, bien los emotivos, bien los que intentan ser graciosos.

En resumen, que hay gente orlándose por saberse la tabla del uno y que no se enteran que repetir las cosas extraordinarias no las hace más extraordinarias sino absolutamente intrascendentes.

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