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Un poco de historia no adulterada y de memoria no manipulada. La censura de prensa quedó abolida por el Real Decreto-Ley de 1 de abril de 1977. Como símbolos de los cambios que tardarían una década en culminar se puede ir desde la aparición de El País en 1976 a las desapariciones de Arriba, órgano de la FET de las JONS, Pueblo, propiedad de los sindicatos verticales, y El Alcázar, voz del búnker posfranquista, en 1979, 1984 y 1987. Hasta el 25 de octubre de 1977 se mantuvo la obligación de que las emisoras privadas conectaran con Radio Nacional de España para la emisión de sus diarios hablados (popularmente llamados con el bélico nombre de “el parte”), pudiendo desde entonces estas emitir sus propios informativos. Habrá que esperar a la Ley 4/1980, de 10 de enero, para el nuevo Estatuto de la Radio y la Televisión que dotará a RTVE y todos los medios de comunicación social del Estado de “unas normas claras y precisas para el funcionamiento de la radio y la televisión” que respeten la Constitución y el pluralismo político.
La censura cinematográfica se relajó en 1976 –estrenos de Canciones para después de una guerra y El gran dictador como símbolos y supresión de la censura previa de guiones– pero no se abolió formalmente hasta el Decreto de 1 de diciembre de 1977. Entraron en tromba películas que habían sido prohibidas, desde las históricas La dolce vita o Viridiana, de 1960 y 1961, a las más recientes Último tango en París, Naranja mecánica o Cowboy de medianoche. Y todavía en 1979 El crimen de Cuenca era prohibida, Pilar Miró juzgada por un Tribunal Militar y su estreno retrasado hasta agosto de 1981. La censura teatral, por su parte, perduró hasta el Real Decreto 262/1978.
No se puede volver a manipular la historia como hizo Franco. ¿Quién puñetas le ha dicho a Sánchez que la democracia brotó adulta y armada, como Atenea de la cabeza de Zeus, del lecho mortuorio de Franco? Como bien se dice en el manifiesto Contra Franco: la Constitución es la única celebración posible, firmado, entre otros muchos, por Nicolás Redondo, Andrés Trapiello, Fernando Savater, Juan Luis Cebrián, Albert Boadella, Félix de Azúa, Arcadi Espada, Joaquín Leguina, José Luis Corcuera o Teresa Freixes, “ni la libertad empezó en España hace cincuenta años ni desenterrar el espectro de Franco logrará dividir a los españoles en dos bandos, como es su propósito”.
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